Hace tiempo que aquí nadie cree en los milagros, salvo mi tío Carlos que en quien no cree es en busca-job. Él todas las mañanas se levanta, mira al cielo y dice:
- Hoy Dios se acordará de mi.
Luego se arregla y sale a buscar trabajo con sonrisa de monje mendicante. A la noche vuelve con la misma sonrisa y el cuenco vacío.
- Dios habrá estado ocupado: mañana será otro día – explica.
Y sí, esta mañana Dios se acordó de él; le envió un rayo divino que le dejó fulminado sobre la acera.
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2 comentarios:
Bueno, algo parecido le pasó a Job, pero se salvó.
Un abrazo
D.
¿quien ganará los concursos?
Me encanta!
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