viernes, mayo 26, 2006


MARA

Día 11


La belleza de Mara crece con el paso de los días. Su pelo ensortijado cae sobre su espalda dorada; Sus ojos grandes tienen el color del mar profundo atravesado por un rayo de sol; Su cuerpo se ha ido modelando con perfección, sus hombros redondos y fuertes y su pecho erguido como dos frutos aun inmaduros, su parte inferior parece una falda de seda y pedrerías ajustada a sus caderas; Pero, lo mejor que tiene es la expresión de su cara llena de paz y alegría. Su voz es cristalina y pura penetra hasta el fondo del corazón.

Al amanecer nos gusta nadar mar adentro hasta encontrarnos con los delfines. Baila con ellos se sumerge y salta abrazada a su cuerpo.

En las horas de calor nos tumbamos sobre la arena fresca. Inventa poemas de ciudades nacaradas y mujeres de pelo largo que sueñan con el amor.

Al anochecer canta canciones que yo desconozco, en mi mente se produce un fogonazo, un relámpago de peces de colores y ciudades de corales. Siento una presión insoportable en la cabeza. Un montón de recuerdos se agolpan prestos a salir sin orden, hablan de un pasado que quisiera no recordar y sin embargo recuerdo.

Antes de ahora fui sirena de ojos redondos y agallas en el cuello. Solía ir mas allá de donde las otras se atrevían. Nadaba sola. Me gustaba sentir las fuerzas encontradas de las corrientes, navegaba, sin miedo, en dirección contraria a su empuje en un combate de fuerzas. Cada día me alejaba más y más, desoía los consejos de mi madre y mis hermanas. No me bastaba sentarme con ellas en las rocas y cantar y cantar hasta hacer perder el rumbo de los barcos para capturar los sueños de sus tripulantes. Yo quería más, me sentía fuerte, capaz de desafiar todas las leyes y vivir entre los hombres.

Ahora se porque Circe decía que era mi hermana. Mi buena amiga que me cuido, tantas y tantas noches. Al principio curando las heridas de mis piernas; secando mis lagrimas mas tarde.

Circe mi hermana, mi amiga…

Cae la noche. El dolor es insoportable, no hay vuelta atrás ni adelante. Lloro por mi, lloro por Mara, lloro por mi madre y mis hermanas. Las noches son cortas para tantas lagrimas como tengo dentro.

1 comentario:

Qymera dijo...

Hay una epifanía que se disuelve en cada palabra, una sed de naufragio que palpita en el relámpago que alborosa para luego desvanecerse.