jueves, noviembre 07, 2013

Extrañamiento



¿Por qué te quedas ahí plantada y me miras de esa manera? Es verdad, ayer me enfadé con ella ¿fui demasiado severo?  Desde que te fuiste  todo se ha vuelto difícil para mi; las comidas, el orden de la casa, el vacío en la cama, pero sobre todo ella, nuestra pequeña Carolina. Sus ojos cada vez más grandes, más inquisidores. su silencio. Cuando llora la abrazo, siento que mis manazas se hunden en su carne tibia, me parece que la hiero más que la consuelo. Cuando la reprendo me duele cada palabra que digo como una bofetada. Ayer vino enfadada del colegio ¿Qué le había pasado?  Cuando se enoja, llega a casa, no habla, tira la cartera, da portazos y la emprende con las muñecas.  Ellas son sus verdaderas confidentes. Si la pregunto ¿Estás bien? ¿necesitas algo? Me responde, ¡Lárgate, dejarme en paz! ¿Tú que sabrás? y se encierra. Eso se lo tolero, pero ayer...
¿Qué hora será? ¿las tres? ¿las cuatro? ¿desde cuando estás ahí?  Me ha parecido verte antes, cada vez que giraba el cuerpo para cambiar de pesadilla. Por las noches  soy un naufrago a la deriva, braceo por la inmensidad de este colchón de casi dos metros,, engullido por olas de sábanas que se enredan en mis piernas como algas,  la boca se me llena de nostalgias y sueño sin rumbo fijo, porque  sin ti no hay isla donde reposar.
Me miras desde una esquina, quieta inmóvil, ¿te has puesto el abrigo que te regalé por tu cumpleaños?  ¡Ven!  te digo. Pero no vienes. Permaneces como una estatua en el rincón de la habitación. ¡Ven!  me parece que el pelo se ha vuelto blanco y cae largo por los hombros, dicen que nunca deja de crecer, será por eso, porque  tú lo llevabas  corto como a mi me gustaba para verte la nuca.  Me volvía loco ver tu cuello desnudo, sudoroso cuando cocinabas, No me importa, te lo recogeré en un moño, o te haré una trenza ¡Ven! Pareces mas pequeña te sobra ropa por todas partes ¡Te quedaste tan delgada! ¿te extrañas de que llore? Lloro todas las noches, también en sueños.
Si tu no vienes tendré que levantarme para traerte yo, en brazos como en los últimos días, eras tan ligera que parecías un pollito desplumado, solo aire dentro de los huesos. ¿Fue por eso por lo que volaste sin casi darnos cuenta? Una tarde de primavera mientras yo dormitaba en un sillón cerca de tu cama.
Hay algo que me impide moverme, ¿miedo a que me rechaces? ¿a qué te esfumes antes siquiera de posar mis manos en tu cuerpo?  Me he vuelto temeroso ¿Lo hago bien con Carolina?  A veces la encuentro extraña, ajena a mi, nos falta a los dos una pieza para completar el puzzle. Intento ser ambos, pero sin ti,  yo no soy yo y tú eres insustituible. Tampoco nuestra hija es ya la que era antes. No me mires así, tengo que ponerla limites. Tirar la comida al suelo, romper el plato y gritarme. Eso no, eso no se lo acepto.  También ella  echa en falta que  la consueles y la expliques con dulzura como tiene que comportarse.
Empieza a clarear, la luz va envolviendo los objetos del dormitorio, quiero verte los ojos, los labios, la nariz, quizá demasiado larga, la frente y tus orejas pero cuando miro el rincón en el que has pasado la vigilia solo veo mi camisa mal tirada con las mangas colgando sobre la chaqueta negra que reposa en el respaldo de la silla y abajo mis zapatos demasiado grandes para tus pies pequeños.




Imagen: fragmento de una fotografia de Carla Van de Puttelaar

jueves, junio 20, 2013

Diario de una dama

Animal de compañía

No sabía
Cuando esta mañana me desperté, cansada o simplemente desganada y me vestí sin poner demasiado cuidado en mi atuendo, pero con determinación de hacer lo que me había propuesto. Ni cuando tomé el coche y aparqué frente a las antiguas escuelas Aguirre convertidas en “casa árabe” y me dirigí a la puerta del Retiro en la calle Odonell, ni cuando enfilé por el paseo de innumerables casetas cargadas de libros buscando la que correspondía a páginas de espuma , la doscientas y mucho.
Ni sabía; cuando avanzaba  rodeada de gente con bolsas  llenas de libros y stands con escritores asomados a las ventanas dispuestos a firmar  sus ejemplares.
Ni cuando me encontré con Patricia Esteban Erlés y Sara Montes. Sabía
Ni siquiera cuando deshice el camino, ni cuando despreocupada saqué los libros y los desparramé encima de la cama.
Ni mientras escribía y escuchaba música, aunque desde la ventana de la casa en llamas me miraran ellas con ojos inquietantes.
No sabía.

Fue; cuando el calor agobiante de la tarde me bañaba de sudor, cuando, por fin, tomé el libró entre las manos y lo abrí, cuando las ilustraciones de Sara empezaron a hechizarme, y las historias de Patricia se entretejieron en mis fibras musculares, cuando las muñecas decapitadas se amigaron con mi Jesusín trasquilado o mi Carlitos desmembrado o mi Carmencita mutilada. Cuando yo recordé algunos instintos escondidos en rincones, algunas imágenes adheridas a los largos pasillos, los secretos escondidos en las cómodas,  y….

Entonces supe que la casa de muñecas se convertiría en animal de compañía.

jueves, marzo 21, 2013

Llueven piedras


Llueven piedras
piedras como puños
que caen en todas direcciones.

No hay brazos suficientes
para proteger los ojos,
el pecho y el resto del cuerpo.

De día y de noche golpean,
una lluvia incesante de granizo
y el viento frío.
un torbellino de voces diciendo
!Basta!

Si hubiera por lo menos
un momento de tregua,
un minuto de silencio.
un instante de paz  o de descanso...

En guardia todo el tiempo,
en estado de alerta permanente.
Pendientes tan sólo de la supervivencia,
plantándole cara a la muerte, al dolor,
a  a la enajenación, al abandono.

Llueven piedras,
piedras como puños
que caen en todas direcciones.




miércoles, marzo 13, 2013

Amanecer





Amanece, una suave claridad se filtra por la persiana a medio bajar, esta habitación está orientada hacia el norte no podré ver los rayos de sol avanzar por la pared como aquellos días de primavera, en los que el calor de su cuerpo y la suavidad de su piel me despertaban, abríamos los ojos para cerciorarnos de que estábamos, y ceñíamos el abrazo con mas fuerza.
El sol  primero se posaba sobre la lamina de Zobel, manchas doradas y ocres como un fogonazo de tibieza, le gustaba besarme los ojos o ¿era yo la que se lo pedía? me cegaban sus besos...
Cuando la luz volvía a llenarlos el sol iluminaba una balda sujeta por unas cintas de cuerdas, éramos pobres e ingeniosos esos días, sobre ella una pequeña escultura de barro que yo había hecho con mis manos y que él había pintado con colores brillantes recordando las esculturas de Dubuffet que tanto nos gustaban. Su piel era tan caliente, imberbe y tan fina que a ratos pensaba abrazar a una mujer y eso me turbaba extrañamente...
El sol había que espiarlo, saber cuando se posaría sobre los lomos del poemario de Octavio Paz o Los Cronopios y las Famas de Cortazar, para poder seguir sintiendo sus labios gruesos y ávidos de mis labios e investigar su lengua, sus dientes y pasear por las encías, me emborrachaba su saliva....
El sol ya había llegado a la mesa con los lápices, las reglas, las pinturas, los bocetos para el próximo cuadro. Avanzaba deprisa como  sus manos por mi espalda practicando las escalas que me hacia gemir como a su oboe, llevándome de los agudos a los graves sin descanso, y luego venia el Adagio  suave lento penetrante...
Avanzaba el sol hasta llegar al piano cuando  sus  dedos  investigaban mis secretos....
!Te quiero! me decía y yo: !Amor! , y suspiraba, si no nos damos prisa llegaremos tarde a clase, el sol ya está en la puerta.


lunes, marzo 11, 2013

La lluvia



Agua que cae desde el cielo, una cortina de humedad un golpear continuo de las gotas en el suelo. Es necesario salir, mojarse, sentir en la piel la lluvia , lavarse entera, limpiar cada milímetro de angustia, de falta de fe, de miedo. Ver como se derraman por las alcantarillas la tristeza, ya inservible, la rabia inútil, la desazón  y la impotencia, verlas viajar por los arroyos de las calles, deslizarse por los tejados correr hacia los sumideros, torbellinos en los que antes me perdía y que se alejan por fin de mi. Salgo desnuda para que cada célula se bautice y salga purificada entera preparada para brotar de nuevo en primavera, llena de hojas tiernas y de flores, de trinos de pájaros de mariposas enredadas en el pelo y de vida brotando en todas partes.

domingo, marzo 10, 2013

Padre nuestro



Mañana, blanca, de copos de nieve que no caen, de maná esperado y no venido.
Padre nuestro .... ¿Por qué nos envías huracanes y tornados que barren nuestros arboles? ¿por qué lloras piedras de hielo que destruyen los frutales? ¿por qué encabritas los mares y haces crujir la tierra hasta que vomita fuego y sangrar lava?
Mañana blanca esparcida por encima de la hierba, escarcha helada. Tú que vas y vienes, tú que no te posas en las ramas Tú que te escondes en los zaguanes, que te evaporas como el agua. Tú ausente, mudo, sordo, y ciego.
Mañana blanca.
Avanzo por el sendero de plata que han diseñado para mi mis enemigos, por el camino de fuego que han trazado los odios y la envidia, por el acantilado del miedo.
Me falta el aire, tiemblan mis piernas y en un susurro grito.
! Padre nuestro.......!

miércoles, febrero 20, 2013

Dos mundos



Estaba la tierra llena de lamentos que se esparcían por las copas de los árboles, una risa desencajada, un silbido prolongado, la noche y el abismo.
El hombre de hierro rompió la corteza que le separaba de otro mundo. En el silencio un graznido de pájaro sesgó el viento y como un susurro una voz que brotaba del agua.
El hombre de hierro atravesaba caminos intrincados. A su paso se despertaban las alimañas, ensordecían el aire con aullidos, obedeciendo a un deseo obsceno de fusionarse, un grito atroz formado por mil lenguas trenzadas que se cuela entre los orificios de las rocas.
Una niebla densa  fue cubriendo las voces, permaneció, tan solo, el lamento  del Hombre de hierro que rebotaba por los acantilados. La bruma avanzaba despacio empequeñeciendo el mundo hasta hacerlo desaparecer, o dejando solo una sombra larga, un istmo,  un latido apagado, un rumor de aguas subterráneas.
Emergió  la ninfa agitando sus brazos con gestos suaves despertando con su danza las flores, los insectos, perfumando el aire con jazmines y nardos. Caminaba ciega, impulsada a atravesar la estrecha franja, bailaba dichosa e ignorante. Embriagadas por ella las criaturas del campo cantaban anunciado el encuentro monstruoso de la belleza y el espanto.

sábado, octubre 27, 2012

La manzana de....




— Por favor, ¿la calle Embajadores? Al salir del metro se había quedado desconcertada, una gran rotonda de la que salían múltiples calles se mostró ante sus ojos.
— ¿A qué número va?
— Al 41
— Entonces a la derecha, Es fácil, bordea la rotonda, pasa la casa de baños y la primera no, la segunda a la derecha, una calle estrecha y oscura, es Embajadores.
— !Gracias¡
Atravesó, una calle ancha, luego otra, la casa de baños  con su muro blanco, una, dos, a la derecha, y sí,  pudo leer el letrero! Embajadores! Era una zona bulliciosa y multiétnica de la ciudad, pakistaníes, indios, subsaharianos, magrebíes, ecuatorianos, dominicanos, norteamericanos y un largo etcétera pululaban por allí. Alguno se le quedaban mirando mientras pasaba con su triciclo eléctrico, pero la mayoría iba a lo suyo. ¿Qué sería lo suyo?
La calle era estrecha y llena de pequeños comercios: Un bazar chino lleno de colores, una frutería marroquí, una tienda de deportes con ropa que parecía llevara años en el escaparate, un puesto de kebab que llenaba la calle de olor especiado. Más adelante estaba la iglesia a la que se acedia por una escalinata, el edificio más sólido de la calle, con sus mendigos a la puerta y el sonido monótono de plegarias. Un poco más y ahí estaba !El mercado de San Fernando! ¿Qué tendrían que ver los santos con los mercados? Si quería entrar tendría que subir un montón de escaleras. Se bajo de su motorcito y esperó a que pasara algún joven al que pedirle ayuda, pronto apareció un moreno con pelo largo y rastas que  la subió sin esfuerzo. Este mercado no era como el de San Miguel o el de San Antón que habían sido reformados y convertido en  lugares fashion. No, este era un mercado de toda la vida, viejo, que se había ido quedando medio vacío, como otros muchos de la ciudad, oprimidos por las grandes superficies y los impuestos abusivos. Un grupo de jóvenes alternativos habían tenido la idea de alquilarles y darle vida  al mercado con un nuevo concepto. Puestos: de comida vegetariana, de panes y empanadas, de quesos del mundo,  de verduras ecológicas,  de libros de segunda mano al peso,…, y una oferta de tapas a un euro.
Hoy además había un acto literario en el patio central. “Ellas cuentan” organizado por el taller de Clara Obligado. Evas que ofrecían una manzana a Adán.
Lo primero que hizo fue comprar una manzana, roja, brillante, apetitosa, por si encontraba un Adán a quien tentar,  y la guardo cuidadosamente envuelta en una servilleta de papel  para que no perdiera su lozanía en toda la velada.
El acto no había empezado y pudo dar un paseo por los puestos. Tomó una tapa de queso camambert con una salsa de chile, salpicada por encima de cilantro, la salsa apagaba el sabor del queso, no le pareció un buen maridaje. Bebió una cerveza en el antiguo bar regentado por un matrimonio que llevaba allí mas de treinta años y que a estas alturas cuando ya estaban cansados veían florecer el negocio con botellines a un euro y su tapa de callos con garbanzos. En el puesto vegetariano que llevaba una peruana comió un trozo de pizza con queso feta y albahaca y un pisco souer; con cada sorbo fue recordando; el valle del Elqui, los geiser de Atacama, los lagunas de Petrohué y las noches de Santiago: Bellavista, San Antonio, el parque de las esculturas,…, el vaso  era pequeño y no dio para mucho.
Ya se agolpaba la gente en torno al micrófono que Clara sostenía y empezaron a sonar sus explicaciones acerca del evento. Se presentaron varias escritoras que habían participado en sus talleres y que habían ganado diversos premios, más o menos prestigiosos, que hacían les daban un currículo de escritor que iba cobrando fama.
Clara había sido pionera en los talleres literarios en España, que  ahora proliferaban  y de los estaban surgiendo una caterva de escritores que se lanzaban a presentarse a premios, tenían blogs y publicaban antologías, …, ella era una más de las que asistía a talleres, tenía un blog y hasta se había presentado a algún concurso, aunque esto último no le gustaba, mediatizaba lo que le apetecía escribir. El mundillo que se creaba alrededor de la escritura, le gustaba sólo hasta cierto punto, le parecía interesante ver lo que escribía otra gente pero no le interesaba formar parte de un grupo, eso la cansaba enormemente, las relaciones sociales, los comentarios amables en los blogs, las presentaciones de libros y revistas... si uno se dedicaba a eso ¿qué tiempo quedaba para escribir? y ella lo que le gustaba era escribir, ni siquiera publicar, ni formar parte de todos los proyectos que proliferaban por la red. Alguno de vez en cuando estaba bien !pero tantos! De hecho ese mundo la abrumaba de tal forma que llegaba un momento que era incapaz de escribir. Los talleres le interesaban por que la enfrentaban con sus propios textos y,  si el que lo impartía era bueno, aprendía a corregir.
—Cuando Eva dio la manzana a Adán…. — así comenzaban las presentaciones de las escritoras, 
Empezó a mirar a los asistentes por ver si había algún Adán pero lo cierto que quitando alguno que acompañaba a su chica, la gran mayoría eran mujeres.
Después las micro-locas leyeron algún microcuento del libro que habían publicado “Aldea de F”, cada una con su voz y con su ingenio particular. ¿Era necesario ser ingenioso para ser escritor? últimamente tenia la impresión que eso era lo que gustaba. Ella, definitivamente, de ingeniosa no tenía un pelo y tampoco iba a gastar su poca energía en intentar serlo.
Para terminar una cuenta cuentos contó  un cuento de Clara Obligado (Y valga la redundancia) El micro  hablaba de una charcutería llena de chorizos, morcillas, salamis, morcones,.… firmes y duros que estimulaban la imaginación de la compradora.
En definitiva, la lectura resulto más bien breve pero amena, después venia la compra de ejemplares, las firmas y la música. Con la compra de un libro te daban un ticket para cerveza y números para la rifa de una cesta (libros, frutas y cervezas). Compró  dos libros, le estamparon cinco firmas,  y bebió dos cervezas caseras. La música estaba  bien; un contrabajo, un teclado,  y una cantante embarazada que inspiraba ternura.
La manzana estaba allí en el bolso deseando salir a acción pero quitando el que servía las cervezas, que no parecía tener las manos libres para cogerla por que no paraba de rellenar vasos que volaban de sus manos,  no encontró a nadie,  así que permaneció quieta donde estaba. No le tocó la cesta  y la fiesta se acabó.
!Había un ascensor! lo tomó para bajar y salió a la calle Tribulete que desemboca en la plaza de Lavapies, también concurrida por multitud de personas diferentes. Se sumergió en las profundidades del Metro y subió a un vagón que la llevó a casa. El trayecto era largo y la cerveza le había despertado el apetito, sacó la manzana y se puso a darle bocados. El primero le supo a G. con un toque de canela, el segundo a J. rociado con sirope de Arce, el tercero le resulto muy marino con gusto de langosta, y,…, fin de trayecto. Tiró el corazón a la papelera y cuando salió a la calle estaba lloviendo a mares.

martes, octubre 23, 2012

EL REGRESO

¿Por dónde empezar? 
Adelaida se veía rodeada por objetos que correspondían a  necesidades antiguas. Acababa de llegar de un lugar muy lejano. Un lugar que olía a enfermedad y medicinas, de cadáveres agitados que había que reconciliar con la muerte, de violencia y sufrimiento.  Había regresado de bañarse en un mar de dolor inmensurable, pero también de paz y de perdón, de liberación y calma.
¿Por dónde empezar? 
Antes de todo necesitaba: tocar los lápices, recorrerlos en toda su longitud, calcular su peso y su grosor, apoyarlos sobre el papel ver su trazo, calibrar su dureza; tomar los pinceles en sus manos, acariciar las cerdas hundirlos en el charco de pintura y  cargados de liquido depositarles en la lámina  y notar como el color era embebido lentamente por la hoja; Tomar el tiempo necesario para comunicarse con las herramientas y las materias con las que iba a trabajar; aceitar los palillos de modelar, desempolvar los vaciadores y las medialunas, amasar la arcilla, oler la tierra; afilar las gubias, ordenar las escofinas, valorar las maderas; Organizar las telas, los hilos, las agujas las tijeras, los ganchillos, aceitar la maquina de coser, ordenar el costurero, clasificar los patrones....; Sentir la presión de los dedos sobre las teclas, ordenar las carpetas del escritorio, enchufar la impresora, comprobar el toner, ... ; cargar las pilas de la cámara, formatear la tarjeta, ... 
Necesitaba recordar, que los sentidos volvieran a traer la información, el conocimiento adquirido.
¿Por dónde empezar?
El espacio
Miró la casa intentando sustraerla de los hábitos adheridos a los muebles, a las paredes. Desprenderse de lo inútil, organizar las salas, adecuarlas para sus nuevos husos.
El tiempo
El hueso más duro de roer. No perder el tiempo, no dejarse acosar por los pensamientos desmoralizantes, las valoraciones personales sobre una misma, la utilidad de las acciones, un largo etcétera de enemigos dispuestos a combatir la acción. 
Las relaciones sociales; la familia, los animales, las amistades..., las atenciones al cuerpo; limpieza, comida, compra… autenticas máquinas de succionar el tiempo.
Los proyectos
Aquí residía el conflicto. ¿Qué, cuándo, cómo, por qué, en qué orden?
Ordenar los qués, priorizar los unos sobre los otros..... Estaba siempre el problema de volar como una mariposa de flor en flor sin terminar de cuajar un solo proyecto, o de verse abrumada por todos los deseos hasta paralizarla.
¿Por dónde empezar?
......


Imagen: P. Guston


domingo, octubre 21, 2012

Diario de una dama

No hay vuelta atrás. Pero ¿cómo seguir avanzando cuando no se ve el camino? Me bastaría con qué un relámpago me iluminara fugazmente. Solo hay un cielo gris y una lluvia mezquina que no basta para limpiar tanta sequía.

miércoles, octubre 10, 2012

Diario de una dama

¿Qué es mas real lo vivido en los sueños, lo vivido como un sueño o lo qué sueño mientras vivo?

viernes, octubre 05, 2012

jueves, octubre 04, 2012

Diario de una dama

¿Hay algo más triste, más patético y más desolador que realizar todos los actos cotidianos, totalmente desesperanzada, con una precisión casi milimétrica?

viernes, septiembre 07, 2012


LA MUGRE

El portal estaba abierto, fue fácil entrar, subir las escaleras y llamar a la puerta. Pusieron caras candorosas, mostraron una juventud indefensa, una falsa fragilidad, y enseñaron sus tarjetas ¡Salvad a los niños desnutridos! con la foto de un bebe con rasgos indígenas y unos ojos inmensamente negros que te miraban pidiendo  ayuda.
—Pasad  —dijiste.
Y vaya si pasaron. Pasaron hasta dentro, se sentaron en el sofá y pidieron. 
—Un café señora ¿no tendría?
Sacaste café y pastas. No dejaron ni migajas para los pájaros. 
—¿Vive sola? —dijeron.
—Con mis gatos y mi perro. 
El gato ronroneó, la gata se revolcó tres veces por el suelo dio un salto y se acurrucó en el brazo del sillón donde tu estabas. El perro movió el rabo. 
Todos mansos, debieron de pensar por que se arrellanaron aun mas en el sofá y recorrieron con ojos codiciosos cada objeto del salón. 
Ella abrió su carpeta y con una voz dulce e ingenua te empezó a hacer preguntas, 
—¿Tiene hijos? ¿A que se dedica? ¿Ha visitado África, América? ¿Qué piensa de la situación de pobreza en que viven los niños del tercer mundo? ¿Está ya jubilada? ¿Cuidaba niños? ¿...?
Y tú, ingenua, fuiste contando tu pasado, tus más íntimos deseos. Hablaste de tus hijos que vivían, ahora, en otro continente, de los tiempos del franquismo, de estos tiempos, lo mezclaste todo. Y ellos vieron.
—¿Señora podría utilizar su baño? —dijo él.
Y le indicaste el camino. Y se adentró, vaya si se adentró, hasta el fondo del pasillo. Inspeccionó todas las habitaciones, valoró cada objeto, todas tus pertenencias. Mientras, ella te envolvía en tus recuerdos. ¡Hacia tanto que no hablabas!, quitando el! Buenos días! cuando compras el pan, y vas a la tienda a por las cuatro cosas que ahora necesitas. ¿Cuanto tiempo estuvo allí dentro? El tiempo tiene otra medida cuando uno se hace viejo. Aun así dijiste 
—Parece que tarda, voy a ver que le pasa. 
Pero él ya venia por el pasillo silbando.
—Habéis terminado ya la entrevista —dijo despreocupadamente.
—Casi. ¿Entonces señora puede colaborar en algo? —susurró ella melosa.
Abriste el monedero y sacaste 30€, esta semana tendrás que reducir la compra, pero tú ya eres anciana y los niños son el futuro de la tierra.
Se fueron, recogiste las tazas sucias, el plato vacío y el mantelito bordado por ti años atrás. Mientras lo hacías aun estaban en tu retina las imágenes de los  tiempos evocados, por eso tardaste en ver que él había entrado en tu cuarto, había abierto los cajones. Se había llevado las joyas y todos tus recuerdos.  ¿Todos? Todos menos uno, que vino como un relámpago a tu mente. 
Tu abuela diciéndole a tu madre: 
“Hija mía a ver si aprendes. Por la lastima entra la mugre



domingo, junio 24, 2012

Gocemos de la vida




Aquella noche no dormimos. Estuvimos todos alrededor de él, absortos, nublados por el dolor, cada uno con sus recuerdos.
Ya de día, alguien se levantó y empezó a cantar “ Rosa de abril...” Le imitamos todos. Detrás de esa vinieron  las demás.
Fuimos interrumpidos por una voz sonora y grave que venía de la caja:

—Muchachos ¿queréis cerveza?
—!Nooo! — chillamos a coro
—Pues entonces ¿qué queréis?
—!Cerveza!
Juntamos nuestras manos gritamos
—!Gocemos de la vida! !Ja, ja, ja!

No podíamos parar de reír

Fuera esperaban que termináramos, estaban preocupados  por la hora.  Finalmente entraron de forma ruda.
Ha llegado el momento. dijo uno. Se acercó hasta el féretro y le cerró.

Todo lo que vino después, las flores, las tierra, la lápida, carecía de importancia.

Imagen: Delvaux