sábado, julio 21, 2007


EL SUEÑO


Cuando Marave Martínez despertó tenía los ojos anegados en lagrimas y un peso en el pecho como una losa de granito. Se sentía como los pelos de una fregona después de trapear la casa. En su retina aun permanecían las imágenes que había vivido y el dolor tan intenso que le habían producido.

Sus ojos de niña de pocos años contemplaban lo que sucedía en el bosque de cacao donde solían jugar alejados de los adultos. Ella y su hermana de once años habían ido con otros muchachos a pasar la tarde trepando por los árboles y mojarse en el riachuelo cercano donde solían hacer con piedras una poza y bañarse.

Al anochecer vio que los chicos habían cazado un animal del tamaño de un gato de pelaje oscuro y suave. Mientras unos le sujetaban las patas delanteras, otros le tiraban mordiscos hasta hacerla sangrar. El animal gemía y se removía temblando, no por eso dejaban de seguir mordiéndola y riendo. De sus bocas caía la sangre caliente, luego comenzaron a lamerla, riendo y turnándose los puestos.... En un punto la bicha se había convertido en su hermana. Cuatro muchachos la rodeaban, manoseaban y mordían por todas partes. Algunos de los muchachos eran ya grandes, sacaron su miembro erecto y duro y la penetraron uno detrás de otro mientras los demás la sujetaban, mordiéndole los pechos, y abofeteándola. Ella lloraba y sus gemidos eran cada vez más quedos. Cuando llego la noche la abandonaron dejándola allí medio desmayada.

Marave lloraba quedo, escondida entre las plantas, olvidada de todos. Tardó tiempo, después de que se hubieron ido todos, en salir de su escondite y acercase a ver a su hermana. Ella estaba tumbada en el suelo, parecía dormida. Su cara estaba llena de lagrimas y barro, ya no lloraba ni gemía. Sus ojos abiertos miraban a ninguna parte, sus piernas estaban llenas de sangre y sus ropas desgarradas. La llamo varias veces, primero con voz suave, luego más fuerte, no se movía, ni hablaba. La arrastró hasta el río y la lavó con cuidado, la abrazó y se quedó dormida.

Marave sabía que sus sueños eran visiones de algo que sucedía en algún lugar, ella no tenía hermanas ni nunca había vivido en un paisaje parecido. Su vida mediocre no tenía alteraciones memorables. Aun así, lo que había soñado le había dejado una sensación sucia e incurable que la acompaño durante todo el día

1 comentario:

Margot dijo...

Joder, fortu!!! me repito, lo sé, pero es la expresión que utilizo cuando algo me impresiona y me deja sin palabras, y mira que eso es difícil!! ufffffff

Fantástico, sin más!