EL CABALLERO
Cierro los ojos y le veo. Era tan dulce su mirada, su porte tan airoso, sus ademanes tan suaves cuando me tomaba por el talle y se inclinaba para posar sus labios en los míos, sus caricias como la brisa de la mañana, su voz como el arrullo de los pájaros, sus besos como los rayos de sol en primavera, su abrazo mullido y perfumado como un lecho de hojas a la sombra. Dormir recostada en su pecho era como tocar el cielo y quedarse suspendida en las nubes hasta que te envolvía el sueño.
Son tan largas y frías las noches desde que no viene el caballero. ¿Qué batallas le tendrán retenido?
El dragón aprovecha sus descuidos, es voraz, me devora con ansia. Su fuego calienta las paredes de mi casa.
Y yo....
Espero y sueño
Me entrego y vivo.
El dragón es todo fuego. Viene como un huracán envuelto en llamas, abre su boca y su lengua me abrasa, sus zarpas me incendian, ardo entera cuando su cuerpo se acerca, envuelta y penetrada me quema las entrañas, salto en chispas, crepito, estallo. No desfallece hasta dejarme convertida en ascuas y los rescoldos se apagan.
Son tan largas y frías las noches desde que no viene el caballero. ¿Qué batallas le tendrán retenido?
El dragón aprovecha sus descuidos, es voraz, me devora con ansia. Su fuego calienta las paredes de mi casa.
Y yo....
Espero y sueño
Me entrego y vivo.
1 comentario:
Haes bien en entregarte, en vivir... a veces los caballeros quedan ensimismados en vanas gestas. Y me gusta ese dragón capaz de quemar a su paso, que no se olvida de ti.
Beso, Fortu!
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