viernes, noviembre 21, 2008



CAFÉ CON LECHE

La señora María entró en el bar-pastelería.
- Buenos días niña, ponme un café con leche bien caliente que hace una rasca ahí fuera.
Tomo el periódico y se sentó lo mas alejada posible de la puerta.
El tenis Español....,
Las encuestas revelan que España esta en el numero....
López denuncia la situación que viven...
En el monedero lleva diez euros, una barra de pan, un cuarto de gallina, un chorizo, un poco de panceta, leche, y media docena de huevos... algo sobraba.
-Niña, tráeme también una tostada de pan. Gritó.
Los precios en alza.La leche y el pan subirán en el próximo mes...
Su abuela solía dejarla amasar con ella el pan, le daba una masa, y la enseñaba a estirarla y plegarla.- Así, dobla, pero sin aplastar, envolviendo el aire, ahora gíralo, dóblalo de nuevo. ¿Ya abuela? Sí, ahora haz una bola sin apretar, suave, y pon tu masa al lado de la mía. Las miraba orgullosa mientras su abuela las cubría con un trapo húmedo y las llevaba a la despensa para que durmieran en la oscuridad. Cuando después de comer iban a despertarlas habían crecido. -Mira que bien lo has hecho cuanto ha subido. Vamos a amasarlo con cuidado, muy suave para que luego quede crujientito y se deshaga en la boca. Ahora la masa era mas elastica y pegajosa, se hacian agujeros al estirarla. - Eso es el aire, Maria, ten cuidado no le pierdas. Había que enharinarse las manos apenas para que la masa no se endureciera. Hacían de nuevo una bola y otra vez a dormir. Al volver de dar de comer a las vacas, la abuela calentaba bien el horno, con su masa preparaba dos grandes hogazas y con un cuchillo le hacia un cruz. - Que Dios lo bendiga. Ella hacia panecillos con formas caprichosas y los decoraba con cortes en todas direcciones. - ¿Este que es? Una estrella de mar ¿ y este? Un balón de rugby.... Lo metían en el infierno a purificarse, por eso salía tan blanco y tan dorada la corteza, sin un pecado. Después de ordeñar las vacas había que cocer la leche que no se vendía Una gran olla a rebosar de liquido espeso que ella probaba, aun templada por las ubres, antes de cocerla. - Mírala bien que no suba y se salga. Se quedaba mirando fijamente. Tardaba un tiempo antes de que las burbujas comenzaran a subir y rompieran la corteza con pompas bubujeantes que estallaban al llegar a la superficie.Luego todo iba muy rápido el aire empezaba a subir, la leche se agitaba y se llenaba de espuma... - !Abuela, corre que se sale! La abuela agarraba dos trapos, tomaba la olla por las asas y la quitaba del fogón justo en el momento en que las primeras gotas empezaban a chorrear por fuera. Al abrir el horno el olor dulce de la leche hervida se mezclaba con el del pan cocido haciendo que la boca se inundara de agua. Los panes salían del horno dorados y crujientes. Entonces ponían en una cesta los panecillos, y las hogazas las dejaban reposar sobre una fuente. Ya era la hora de la cena. Maria extendía un mantel de algodón rematado con un festón de ganchillosobre la mesa, ponía los tazones , los cubiertos, sacaba la mantequilla y el azúcar En ese momento era cuando entraba el abuelo. - No hay nada mejor que comer en esta casa, a ver como están estos panecillos, buenisimos, Maria, te han quedado buenisismos. Tomaba uno, lo abría para untarlo bien de mantequilla, lo sumergía en la leche caliente y, esponjoso, se lo metía en la boca. Excelente, riquísimo, eres una gran cocinera. Entonces su abuela y ella le imitaban. A ella le gustaba que el pan se empapara bien de leche y que la mantequilla se derritiera formando lunares amarillos...
Echó un poco de azúcar al café, un poco de mantequilla al pan y le dio un bocado. El pan precongelado estaba mal cocido, la miga mas parecía engrudo, la mantequilla era un compuesto de grasa hidrogenada. Sorbió un poco del café, la leche sabía a rancia, medio agria, requemada....
El pan subía, la leche subía, aunque hacia ya mucho que no había ni pan, ni leche, sucedáneos, sólo sucedáneos.
- Niña, dame una pistola y dime cuanto te debo.

Imagen: Vermer

4 comentarios:

S. M. L. dijo...

Me ha gustado mucho, sobre todo esos recuerdos. Ese pan querría comer también yo.
Un abrazo
El D.

Esther Hhhh dijo...

Me ha encantado este relato, querida Fortu.. Me has recordado cuando era niña e iba al pueblo de los Pirineos, cerquita de Andorra, donde una tia abuela mía, que era monja, habitaba en su convento, con cuatro monjas más. Por las mañanas yo acompañaba a la madre Juana a por la leche, a la vaquería, y el vaquero me enseñaba sonriente a los terneritos y a las vacas. Luego, ya de vuelta en el convento, mi tia, que era la cocinera, hervía la leche y la dejaba enfriarse en la ventana. Esa leche era otra cosa, además cogía gusto al aire de la montaña, allí enfriándose en la ventana.

Yo solía merendar un buen vaso de leche con una tostada de pan recién hecho y riquísimo, huntada de la nata que formaba la capa de la leche hervida, con un poco de azúcar. Que rico estaba aquello...

Besitos

Margot dijo...

Sucedáneos y encima por las nubes! Todo un engaño, sí.

Buen relato, Fortu! Me encantó eso de la siesta del pan...

Anónimo dijo...

Cuánta verdad, cuanta nostalgia y cuanta poesía hay en este relato!