sábado, enero 10, 2009


Ramírez

La verdad es que es mejor no pensar. No valorar ninguno de los acontecimientos que nos rodean. Vivir como si uno no pisara la tierra. Con alas sobrevolando por encima de todo cuanto ocurre, sea dentro o fuera de casa y con casa, no me refiero a la individualidad de cada uno, es literal, las cuatro paredes donde se vive. Lo individual de cada uno se lleva siempre encima, con o sin alas, a no ser que uno comience con esa enfermedad de los olvidos… No, no es necesario olvidar nada, solo hace falta levitar, andar por encima de los acontecimientos, de los lugares y de todo cuanto ocurre. varios pies por encima de donde están pasando. Se ve todo, pero no te toca.
José Ramírez García, un prejubilado de la banca, se entretenía con estos pensamientos. La calle por la que pasaba estaba llena de gente. ¿Qué se celebraba? Un partido de fútbol, toros, una manifestación gay, una fiesta patronal, el día de puertas abiertas….Era lo mismo, cualquier pretexto valía para que la gente se desplazara como un río y sus afluentes hacia la Cibeles, lugar emblemático de reunión. El pago que la diosa Cibeles tenia que hacer a cambio de tantas visitas era vivir enjaulada, rodeada de flores, pero enjaulada como una fiera, para que ningún desequilibrado la volviera a romper. Ella también tenía que sacrificar la libertad a cambio de la seguridad. ¿Sentía La Cibeles este encierro entre rejas como sentía Ramírez la falta de privacidad? La cantidad de pequeños sacrificios que había que ofrecer a esa nueva diosa a la que llamaban “seguridad” en un mundo en el que uno se sentía cada vez más inseguro.
!Té estas haciendo viejo y carca! Dijo una voz interior que siempre estaba dispuesta a hacer de contrapunto a todos sus pensamientos. -Observa a los jóvenes, las nuevas promesas que sostendrán tu país cuando tu estés viejo, esos que trabajan para que tu cobres tu pensión….. ¡Míralos!
Dió un salto, se subió a una farola, de la farola saltó a un balcón, y de allí a la cúpula de una iglesia, Ahora ya podía mirarlos, resultaban pequeños, iban cantando y apoyándose entre ellos, se pasaban una botella con un liquido oscuro de la que todos iban bebiendo. Le pareció que gritaban, pero desde allí no se distinguía bien lo que decían. Miró un poco a su alrededor. No había coches, solo riadas de gente que venían a juntarse en el mismo punto. Se puso de puntillas y buscó otro sitio mas alto al que dirigirse, alguna de esas torres que querían competir en altura con las de Nueva York (por supuesto sin conseguirlo); calculó la distancia, tendría que volar hasta Colon, se podía parar un poco en él asta de la bandera, tomar impulso y seguir volando hasta alguna de las torres Kio. Las calles estaban cada vez mas llenas de gente, se apretaban unos a los otros, se empujaban, movían banderas de colores, coreaban, gritaban. Un, dos, tres, agitó los brazos, cerró los ojos y mantuvo en el pensamiento en la imagen del lugar que quería alcanzar. Mantener la mente fija y quieta en un punto era esencial para hacer este tipo de vuelos. Llegó hasta la bandera sin problemas, primero un pie luego el otro un poco más y se cae… De todas formas la gente como un bosque habrían hecho de maya protectora. El siguiente punto estaba mas alejado, Respiró hondo, el personal se agrupaba hasta casi reducir su espacio vital a milímetros. Ésto le dio fuerza, debía alejarse, tocar tierra habría sido terrible para él; verse envuelto de toda esa muchedumbre, aplastado, llevado sin compasión de un sitio a otro sin rumbo fijo… cerró los ojos, contempló en su mente la imagen de las torres Kio. Uno, dos tres, batió los brazos, se puso de puntillas, tomó impulso..., ya estaba volando, el aire le daba en las mejillas no iba muy deprisa , podía evadir con facilidad los obstáculos cuando se desviaba de la linea central de la Castellana.
¡Plaf! un golpe en un hombro le desestabilizó, abrió los ojos y empezó a caer. Una mano le agarró por la camisa en el mismo hombro que le habían golpeado.
¡Cierre los ojos! ¡Rápido! No deje de pensar en el lugar al que iba o nos caeremos los dos.
Iba a las torres Kio.- Dijo.
Bien, entonces no le suelto, vamos los dos al mismo sitio.
Pero usted ¿A cual va?
Al de la izquierda, claro, siempre a la izquierda
Entonces coincidimos. Cerró los ojos y pensó con precisión en la torre
Así de la mano se volaba mejor, le entraron ganar de mirar a la mujer que iba a su lado pero con sólo esta distracción estuvieron a punto de tocar la calzada y que un autobús les arrollara.
Ahora no, ahora no piense en nada, por favor.
Finalmente posaron los pies en el tejado. Éste era un buen lugar para mirar el mundo. Ahora sí, miró a la mujer con la que había viajado de la mano, una mano larga y firme. El primer pensamiento que le vino fue el de Wendy y Peter Pan, pero él en este caso era Wendy, a merced de Peter Pan, después pensó en las brujas. Ella llevaba un vestido celeste y el pelo muy corto, sin embargo la imagen de ángel que también hubiera podio ser no se ajustaba para nada a ella.
Ella también le miraba,como si pasara revista a su indumentaria, los zapatos, un poco sucios por cierto, el pantalón chino beige y la camisa blanca, sin corbata, sin chaqueta, ya había empezado el calor, no tenia nada de raro que fuera así vestido, ¿por que le miraba de esa forma?
Le gusta la cocina por lo que veo. Miró su camisa par ver si tenía alguna mancha de tomate, vió un ligero punto rojo en el puño.
Sí, tiene algo de alquimia.
¿Consigue convertirlo todo en oro?
Él rió.
!No! sólo cocino. Me entretiene ese juego.
¿Me invitas a comer?
Imposible, mi mujer y mis hijos están en casa. Ahora fue ella la que rió.
Se quedó turbado sin saber de que hablar. Abajo la gente se movía en la misma dirección de antes. Atardecia, miró hacia el oeste, se podía ver el sol tiñendo el cielo de rojo sobre los bosques del Pardo. Los bellos atardeceres de Madrid.... La mujer se había sentado y miraba también la puesta de sol. No era joven, el color del vestido y el brillo del sol sobre su rostro la llenaban de atractivo. Deseó acariciar sus mejillas y pasar un dedo por sus labios. dio unos pasos hacia ella y se agachó, pero no la toco, siguió mirándola. Ella parecía no advertir sus movimientos. aunque era posible que lo estuviera analizando también por el rabillo del ojo, ese pensamiento le dio valor para acariciarle la nuca. Ella se volvió un segundo y sonrió, luego volvió la mirada a la puesta de sol.
Siempre pienso en Velazquez cuando veo estos cielos. Me encantaría saber pintarlos.
¿Usted pinta?
Su voz interior le increpo ¿a cuento de que el usted? !Déjeme en paz! Se respondió.
¿Le pasa algo?
No, le preguntaba si pintaba. (!Ves! Dijo a la voz. ella también utiliza el usted)
Me encantaría pero, no. Soy pianista. ¿Y usted a que se dedica?
Soy prejubilado. Además de idiota.
Ja ja ja .Ella se rió y él la deseó de nuevo.
Me gustaría beber el sol de sus labios. Pensó (Mira que eres hortera. !Otra vez la vocecita...!)
¿Qué?
No nada pensaba que aquí se está bien. ¿Cuáles son sus planes?
¿Planes? ¿Me pregunta donde voy ahora? Voy buscando la música de las estrellas. En Madrid no se ven, hay que subir muy alto para alcanzarlas. Me acercaré a las nuevas torres, quizá allí... ¿Y usted?
Era verdad el usted distanciaba, por un momento creyó que podían compartir un espacio que sólo ellos conocían, pero sus caminos divergían, ella sabía lo que quería mientras él .., Sólo quería huir, huir de la rutina, huir de lo que le homologaba a los demás. Si dijera que levanten la mano los que se apellidan Ramírez, un grupo numeroso levantaría la mano; García ¿Qué decir? Prácticamente todos antes o después nos encontramos un García o un Pérez ¿Y José? El era como todos los demás le gustaba el fútbol, había que reconocer que el Barca jugaba mejor que el Real Madrid pero el era madrileño y su equipo era el Madrid. Ni siquiera era un perdedor en condiciones que se mantenía fiel al Atlético.Iba a los toros y escuchaba la cadena SER mientras cocinaba. !Uno mas entre muchos!
Buscó a la mujer pero no la vio por ningún sitio. Estos pensamientos le habían despeñado a un autobús doble, atestado de gente. Una señora se quejaba de que la estaba empujando. y un grupo de jóvenes gritaba en su oído. Intentó cerrar los ojos y volar hasta la torre donde una mujer le podía estar esperando. Pero, algo muy denso pesaba dentro de él. Se bajó en la siguiente parada y caminó hacía su casa.


Imagen: Una de las torres Kio al atardecer.

3 comentarios:

MentesSueltas dijo...

Hola Fortunata, pasaba a saludarte y quedé atrapado en la historia. La guardo para leerla a la tarde.

Un abrazo enorme.
MentesSueltas

Anónimo dijo...

Pobre Ramírez, se perdió nomás a la pianista. Era su destino.
El Dinosaurio

Margot dijo...

Comparto muchos de los pensamientos y sus ganas de volar... seré vieja y carca? ays! jeje.

Me encantó el relato, Fortu. Besos!