miércoles, abril 01, 2009


LA HIENA

Y

LA GACELA



La hiena no esperó a Carnaval para ponerse su máscara. Envidiaba al León y pensaba que si se ponía una cabeza de cartón imitando la suya todos le admirarían por su fuerza, belleza, justicia y benevolencia. Cada mañana se paseaba ufano entre los animales evaluando cual sería su mejor presa. Era tiempo de nacimientos y por allí andaban cebras y gacelas jóvenes de cuerpos estilizados que le parecían muy apetecibles. La verdad es que era cobarde, tenia miedo en el fondo de ser rechazado. Así que eligió una gacela no tan joven que parecía enferma y resultaba presa fácil. Se acercó a ella y le hablaba mientras movía su melena de plástico. Para hacerlo todo más creíble la invitó a una partida de ajedrez. La gacela se dio cuenta del engaño pero más por divertirse que por otra cosa aceptó el juego. Entre movimiento y movimiento la hiena lanzaba pequeños mordisquitos como si fueran besos. La gacela lo tomó como una broma y se rió con ganas, pero pronto se convirtieron en verdaderos bocados en sus piernas. La gacela se enfadó. La verdad es que le sentó mal de veras y sacando fuerzas de flaqueza le dio tal coz en la cabeza que la máscara terminó hecha trizas y a la hiena la suya se le caía de vergüenza.

La partida se quedó a medias.



Imagen:Grabado egipcio

2 comentarios:

Anónimo dijo...

aunque la hiena se vista de seda, hiena queda.
Un abrazo
D.

ybris dijo...

Pues sí. Mejor gacela inteligente, aunque esté enferma y sea débil, que hiena estúpida y fingidora.

Besos.