sábado, junio 27, 2009



El vacío parece irrellenable, pero no es verdad.

Cada vez que terminaba una obra siempre la misma sensación, !Vacío! Ninguna idea, ninguna palabra. Una nada oscura de la que parece uno no pudiera salir. Para volver a nacer hay que romper el cascarón, se necesita un gran aporte de energía y de fe. Por ahora la energía no faltaba, era cuestión de fe.

Adelaida en medio de la oscuridad y de la inmensa tristeza que la invadía, tuvo una revelación. La fe no era era fe en si misma, ni cuestión de autoestima, era fe en el arte. Ella era solo un medio, el arte pasaba a través de ella, por eso cada vez que terminaba una obra sentía el mismo vacío.
El arte como religión, el acto de escribir, pintar, coser como oración. Los resultados estaban fuera de ella, tanto los logros como los fracasos, lo importante era la oración, el acto mismo de reverencia, la entrega plena al momento creativo. La inspiración o el ordenamiento de ideas hasta llegar al objeto artístico, se daba o no se daba, en último termino era secundario.
La devoción al arte, puede parecer un estado de enajenación. No, ella tenía los pies en la tierra, atendía todos los quehaceres materiales sensatamente, casi prosaicamente.
Sentía la necesidad de “hacer arte” desde niña. Necesitaba crear, no le satisfacía bordar manteles, mantillas... como algunas de sus hermanas, ella necesitaba plasmar sus ideas, ya fuera diseñando vestidos para las muñecas, pintando, componiendo canciones, elaborando maquetas de papel o escribiendo una novela. Nada de todo aquello valía mucho, es cierto, ella no era una niña superdotada, en ningún aspecto, su única cualidad era la tenacidad y el amor al arte. Un amor que fue creciendo y creciendo con los años hasta convertirse en una necesidad cada vez mas imperiosa. Tomó clases de diversas técnicas, y fue desechando las que creía que no estaba dotada (por mas que lo sintiera, la música era una de ellas). El tiempo de los aprendizajes habían terminado. Ahora, como el asceta que se retira a una cueva y ora y ora esperando la iluminación, ella debía encerrarse y crear y crear hasta que se produjera la iluminación, o no. La iluminación entendida como la concreción de las ideas en una obra. muchos de los productos son mera búsqueda, pura oración. La mística del arte.
Recordó un texto de San Bernardo que había leído acerca de la oración y la iluminación, y como esta última era una situación que te invadía, inexplicable con palabras, cuando estabas en estado de oración. El libro se llamaba 50 maneras de meditar, esta podría ser la 51, meditar a través del acto creativo.
Esta reflexión dejó a Adelaida en un estado de profunda paz. El camino volvía despejarse, solo era cuestión de “Orar-crear”


Imagen "La oracion" Rusiñol

2 comentarios:

Meigo, aprendiz de Druida dijo...

Hola mi amiga. Me alegro de regresar y que sigas aquí.
Gran verdad esa de quedarse vacio. a veces, sin ser yo un artista, cuando consigo unir mas de 3 palabrascon sentido, se produce un vacio; como si me hubiese desecho de todo mi interior.
Gran verdad la oracióncreando.
Un beso.

Anónimo dijo...

Muy bellas palabras y con gran sentido. Para mí no existe arte si detrás de la obra no está el autor. Dicho de otro modo, si el autor no vive y muere en cada obra suya, la trama cae en un simple ejercicio estético-vanidoso.
Un abrazo
D.