domingo, diciembre 27, 2009


EL POLLO PERA

El pollo tenía los ojos saltones, las alas pequeñas y ralas, en el pecho el esternón se había doblado como el arco de un indio y las patas largas y despellejadas acababan en unas uñas retorcidas. Aun así, se miraba al espejo y pensaba que tenía posibilidades. Cada mañana se acicalaba con cuidado para disimular su desplumado aspecto. Solía ponerse alas postizas que fabricaba con hojas de palmera o plátano para que le dieran el aspecto de alguien importante, y salia ufano a buscar pollitas de las que aprovecharse. Se creía ducho en el arte de la seducción, daba vueltas, en torno a ellas sin dejar de alabarse y contar todas sus proezas, las pollitas solían caer medio mareadas antes de llegar la noche. Entonces las picoteaba bien el cuello y se iba dejándolas siempre la misma nota. “Eres la pollita mas increíble que he conocido” la pollita le miraba con ojos medio muertos por que la verdad había perdido mucha sangre y respondían con voz ahogada “Espero que no vuelvas”

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

En el fondo, todos los hombres tenemos algo de pollo pera.
Un abrazo, lechucita, veo que andas por Cataluña, qué lindo debe ser.
D.

Anónimo dijo...

Realidad que identifica al lector, me niego y niego una vez mas

Simplemte yo