viernes, septiembre 30, 2011


!MEA CULPA!

Aun recuerdo cuando aprendí a decir !MEA CULPA! Entonces pensé que tenia algo que ver con la incontinencia nocturna que me pasaba cuando estaba nerviosa, o tenia miedo. Debía tener unos cinco años, es difícil determinar la edad de los recuerdos, Mi amiga Pilona me había invitado a pasar un fin de semana con ella en una finca que tenían no muy lejos de Madrid, una casita con un jardín muy grande en la que los niños podíamos jugar a nuestras anchas. Su familia como la nuestra y como la mayoría de la posguerra eran muchos hermanos, todos seguidos. En su caso había mas chicos que chicas, jugaban al balón y montaban en bicicleta, a las claras se podía ver que tenían mas dinero que nosotros que no teníamos ni casa de campo ni bicicletas, aunque quizá no era cuestión de dinero si no de principios, porque mi padre estaba en contra de las posesiones y le gustaba gastar el dinero en compartir ratos de ocio con sus hijos sin mirar cuanto costaban.
Allí estábamos ella, yo y un montón de chicos que se metían con nosotras, nos gastaban bromas, se reían si nos caíamos de la bicicletas ... No contaré los juegos, si no lo que pasó después, cuando me metí en la cama en una habitación desconocida, junto a mi amiga, que en cuanto su madre entro a decir: !Niñas a callar y a dormir que es tarde! se quedó dormida, no yo que vi desfilar todo tipo de monstruos imaginarios que se ocultaban detrás de la rama del árbol que había junto a la ventana y tardé mucho en dormirme o al menos eso me pareció. Por la mañana tuve la horrible sensación de humedad en las piernas que te deja claro que te has orinado encima. Cuando entró la mamá de Pilona a vestirnos yo empecé a darme golpes en el pecho y me puse de rodillas gritando !MEA CULPA, MEA CULPA! a ella le entró tanta risa que por primera vez no tuve la sensación de culpa que solía arrastrar cuando hacia algo mal.
Mas adelante comprendí que el MEA no venia de meada y que quería decir mi culpa, yo culpable, y que había venido a este mundo con la culpa ya puesta, una culpa que solo se borraba a través de la iglesia y sus normas. Mi infancia estuvo llena de pecados veniales y menos veniales, de sentimientos de culpa, de fuertes golpes en el pecho y de sentirme como un gusano repugnante e indigno. Hasta que me libre, creía, de la culpa y de la tiranía, y durante unos años viví aceptando mis aciertos y mis errores e intentando aprender de ellos.
Pero en los últimos tiempos me encuentro suplicando ante jóvenes imberbes el perdón de mis pecados. Papá democracia nos ha vuelto a todos a la infancia tan ocupado está en que nos portemos bien y gocemos de buena salud. En su celo nos ha llenado de normas de obligado cumplimiento.
El otro día, les cuento lo que me pasó, estaba esperando junto a mi en la parada del bus un señor negro, cuando un policía motorizado aparcó y se acercó a nosotros.
- Documentación - dijo.
El negro sacó sus papeles y se los alargó. Yo miraba con curiosidad la escena fumando tranquilamente mi cigarro. Algo de lo que vio no debió gustarle por que se volvió hacia mi airado.
-!Apague el cigarro! ¿no sabe que no puede fumar en un lugar público?
- Pero…, esto es la calle - dije intentando disimular la rabia que me produce hablar con estos tipejos.
- No me va a quedar mas remedio que ponerle una multa
- ¿Una multa?
- Documentación - dijo mirándome con cara de pocos amigos
- No llevo, sólo salí a dar una vuelta, me he sentado a descansar un rato, este es el único banco que he encontrado.
- Documentación - dijo como si no hubiera oído nada.
- Ya le he dicho que no la llevo.
- Entonces tendrá que acompañarme
- ¿Acompañarle a dónde?
- A comisaría.
El negro aprovechó que no le miraba para irse.
- A comisaría?
- Ya se lo he dicho es mi deber denunciarla.
Estaba muy cansada y tenia ganas de irme a cenar a si que decidí recurrir al viejo mantra.
- !MEA CULPA!!MEA CULPA ! - gritando y dándome fuertes golpes en el pecho-una palabra tuya bastará para salvarme.
- Encima con cachondeo. No se mueva que voy a llamar a una patrulla.
Al poco apareció un coche con otros dos compinches.
-¿Qué pasa?
- Esta señora que estaba fumando, no va documentada, y se ha cachondeado de mi .
- ¿Dónde vive señora?
Le señalé tres portales más abajo.
- He salido a dar un paseo y me senté aquí a descansar y fumar un cigarrito.
- Y ¿qué le decía a mi compañero?
- !MEA CULPA! !MEA CULPA! - y me dí fuertes golpes en el pecho.
- Dejémosla es una pobre vieja perturbada.
El imberbe arrancó su moto armando mucho ruido. Vi como los otros se reían mientras se metían en el coche. Aunque tuve la sensación que era mas del poli de la moto que de mi.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente relato. Sentí todas las emociones que se desprenden de él.
Esa madre, tan cariñosa. Ese miedo del insomnio. Los juegos infantiles. Esa niña tan inocente. Y el policía, como los de casi todas partes, aunque acá es al revés: los civiles golpean y los policías son las víctimas.
Un abrazo
D.