domingo, abril 23, 2006


MARA

Dia 9

Cuando Rayfa ha llegado esta mañana nos ha encontrado en la bañera. Yo estaba cantando una nana a Mara para que se durmiera. Se ha acercado a mi y me ha dado un beso en la frente.
- Se os ve fantásticas – Ha dicho – Entonces... ¿ ya te has dado cuenta?
- ¿ De qué? - Pregunté sorprendida. – Es un ser maravilloso.
- Por favor mírala bien. ¿Que observas?
Me puse a mirarla atentamente. Su cuerpo se había transformado desde su nacimiento, su pelo caía sobre sus hombros formados bucles de color panocha, su aspecto era mas de una niña de seis años que el de un bebé. Hacia días que apenas cabida en la pecera y hasta la bañera empezaba a resultar pequeña. Sus piernas seguían recubiertas de una sustancia gelatinosa y permanecían unidas, sus pies seguían sin formarse.
- ¿Que crees que la pasa? – dije angustiada.
- Va siendo hora de que aceptes que Mara es una sirena.
Sentí una punzada y un crujir de cristales en el pecho.
- Y ahora ¿qué hacemos?
- Di más bien que haces, a partir de ahora tendrás que recorrer el camino tu sola.
Me rodeó un gran vacío como si todo lo que me rodeara se hubiera esfumado.
- Debes irte al mar.
- ¿ A casa de Circe?
- No al mar. Circe tampoco tiene las respuestas. Busca una cueva en el mar donde os podáis resguardar de las corrientes. Pero sobre todo de las personas, es mejor que nadie la vea.
A mi mente vino el recuerdo preciso de una isla en el Atlántico, a medio camino entre Europa y América, apenas más grande que un peñón. Rocosa y medio desértica. Estaba llena de pasadizos que iban a parar a pequeñas lagunas subterráneas, a las que solo se podía acceder buceando y si conocías el camino. Vista desde fuera era poco mas que una piedra grande que había que evitar cuando se navegaba. No sé de donde estaba sacando tanta información. Pero sabia con certeza que era el lugar adecuado. El siguiente problema era como llegar a ella sin que nadie se enterara, no tenia claro que el marido de Circe fuese de fiar.
Rayfa dijo.- Confía en ellos. No te preocupes todo saldrá bien.
Cuando a la tarde llamé a Circe se río de mis dudas y dijo que tanto ella como su marido nos acompañaran y sabrán mantener el secreto.Mañana saldremos hacia casa de Circe.
Es tarde. Mara duerme tranquila. Yo estoy completamente desvelada, el dolor del pecho es cada vez más intenso, tengo la sensación de que los añicos de cristal se estuvieran clavando por todo mi cuerpo

2 comentarios:

Lila Magritte dijo...

Qué va a pasar con esta sirenita. ¿Se encontrará con otras de su misma especie? ¿Quedará sola en la isla? ¿Encontrará el amor? ¿Y qué hará su madre? ¿Se quedará con ella o volverá sola?

Suspenso por ahora.

Saludos.

Qymera dijo...

La prueba: afrontar en soledad un destino desconocido. Quizás, como resultado de ese crujir de cristales, las heridas sangrantes se vuelvan cicatrices que ayuden en un futuro a sentir el destino como una avecilla emplumada de un suave y claro futuro.