sábado, julio 01, 2006


MUJER

BAJO

EL SOL



Nadie vino a despedirla a la estación, tampoco había nadie a la llegada. De eso hacia ya mas de diez semanas.

La habitación del hotel era sórdida; una cama estrecha cubierta con una colcha de colores mortecinos, un pequeño lavabo, unas cortinas descoloridas que pendían de una barra arqueada; Restos de humedad ribeteaban el zócalo de la puerta; Daba a un patio interior del que subía un olor de grasa rancia; Por la noche el silencio quedaba interrumpido por los maullidos desgarrados de las gatas y los lamentos de un viejo quejumbroso que se ahogaba.

Se sentó en el borde de la cama. “Vivir para trabajar” hacia tiempo que los términos se habían invertido… tener una vida era un articulo de lujo, tener un trabajo un privilegio. Los recuerdos se agolpaban en la mente como hormigas saliendo en tropel de un hormiguero en llamas.

Hacia un calor insoportable, se desnudó y dejó la ropa encima de una silla, se mojó las muñecas y la nuca y encendió un cigarrillo. Miró por la ventana, el sol quemaba las aceras, aun faltaban varias horas hasta que oscureciera.

Hoy sobre su mesa había leído.

Yo soy un hombre serio…

“No tengo ambiciones ni deseos
ser poeta no es ambición mía
Es mi manera de estar solo”

Ella no escribía poemas, solo anotaba en un cuaderno acontecimientos del día. Cuantos expedientes había archivado mientras él la miraba disimuladamente las caderas.

Hoy le había dictado tres cartas mirando a la ventana. Su mano le delataba, había estado acariciando suavemente el teléfono, rozándole apenas con los dedos. ¿Se habría percatado de cómo sus pechos se erizaban y sus pezones duros como huesos de aceituna se insinuaban debajo del vestido?

Desde el archivador le había mirado largamente mientras él hundía su cabeza cada vez mas entre papeles, a ratos abría la boca como si fuera a hablar luego la cerraba tragándose las palabras.

Trabajaban en silencio bajo el tic tac incesante del reloj. De vez en cuando le oía decir sin apenas aliento.
- Tráigame el expediente de la Señora Martínez.
- Le dictaré una carta.
Ella lo interpretaba como
“Me muero de deseo”
“Apágame estas ansias”
Obedecía sus ordenes con movimientos lentos y pausados.


La piel del cuerpo la ardía y gruesos goterones de sudor caían por su espalda.

Cuando por fin el sol se ocultara saldría a pasear por la orilla del río; Comería un sándwich frío sentada en un banco viendo pasar barcas con personas felices que brindaban con cava en copas de plástico.

Después deambularía durante horas por las calles pensando en él
¿Qué haría por las noches? ¿Sentarse y escribir poemas solitarios? ¿Formaría ella parte de alguno de sus versos? ¿Cuál seria su ventana? ¿La vería pasear noche tras noche, despacio, lenta como quien se despereza de un sueño placentero?

Rozando la madrugada volvería al hotel, a los olores nauseabundos, a los gritos y risas destempladas, al calor pegajoso. El tiempo justo para tener un sueño….

Imagen: Hopper "Woman in the sun"


5 comentarios:

Colombine dijo...
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Colombine dijo...

sueña que la ventana se cerró.
sueña su voz.
sueña la tibieza del aire debajo de la nuca.
sueña una mano firme en la cintura.
sueña que ha soñado
y después que despierta en una habitación que no es la sórdida pieza de hotel que ha descrito en el post
sueña que el día es luminoso y los colores vivos
sueña que un tren se aproxima

sueña que su vida hasta entonces ha sido nada más un sueño.

12:19 AM

Verena Sánchez Doering dijo...

escribes bello
besitos

grandchester dijo...
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grandchester dijo...

Hermoso.
Se parece al otro cuadro de Hopper...
El dela oficina.