martes, octubre 10, 2006











“VIEJOS PELLEJOS”

Una vieja seca, seca
se caso
Con un viejo seco, seco
Y se secaron los dos
(trabalenguas popular)


Te llaman “Mulo viejo”. Lo dicen como en broma, como si de verdad no quisieran ofenderte. ¿Cuánto tiempo llevas dando vueltas a la noria? ¿En cuantas norias has girado antes de llegar a esta?. Es cierto tu cuerpo esta cansado, ha librado batallas, han quedado cicatrices imborrables. Tu frente ha crecido hasta invadir la mitad de tu cráneo, un pelo hirsuto y cano cubre tu nuca y la mitad de tu cuello. No es necesario hacer un inventario de todas las señales que han dejado el amor y el dolor en todos estos años.

Ya no vas tan deprisa llevándote el mundo por delante, arrasando con todo lo que encuentras a tu paso. Ahora esperas que lleguen las cosas, rumias despacito los besos que rasgan tus labios, esos a los que antes apenas hacías caso con la urgencia del momento; un roce imperceptible que erizó el bello de tu brazo; una mirada que despertó huracanes en tu pecho. Lo saboreas todo con el conocimiento que te permite separar el grano de la paja. Apenas pierdes tiempo, no gastas lo que no tienes de sobra.

Tuviste compañeras, a las que amaste, que no se llamaban como esta “Soledad” la permisiva, la que nunca se enfada por tus olvidos, por tus noches de insomnio leyendo poesía; tampoco monta escenas si te marchas conmigo, casi se alegra.

Has caminado mucho en estos años. Pero, el camino no se acaba en un acantilado en le que te despeñarás irremediablemente; es una sierpe que asciende hacia el cielo, un arco iris de luz incandescente que te lleva a paisajes oníricos a mundos siderales a los que me llevas de la mano. Quieto desde la bahía de tus mares de infancia tejes historias que aúnan presentes y pasados.

Sabes, sin que yo te le diga, que mientras tu cuerpo se aja sin remedio tu mente adquiere agudeza y brillo. Los tiempos de estudiante han pasado, ya no necesitas demostrar ante nadie lo que sabes. Ha llegado el momento de derramar tu savia más fina, más sutil y elaborada que la que engendra cuerpos, una savia que corre veloz por los versos liberianos y brota en hojas cargadas de morfemas y sintagmas, un alimento mas parecido al maná que llovió en el desierto.

Nada quieres que no sea el instante fugaz que cada día te brinda la vida. Ya nada es para siempre porque siempre es aquí y ahora en la luz de mi mirada.


A ti no te lo dicen, yo las oigo cuando pasan y te llaman “Gallina añeja” porque ya no pones huevos como antes, ni empollas a tus hijos. Tiñes tu cresta para disimular sus colores desvaídos, tu cuerpo es menos grácil y tu andar mas pesado. Con el que hacer diario has perdido varias plumas y las que quedan están despeluchadas, pero tu voz sigue siendo un reclamo para todo el gallinero.
¿Fue tu voz? O ¿fue tu risa? La que se me metió dentro nada mas escucharla, ese gorgogeo quitándole importancia a todo lo que pasa, o esa manera de elevar tus alas hasta el cielo y luego bajarlas suavemente invitándome a refugiarme dentro.

Tu caminar es lento y desgarbado como si en cada paso te sumergieras en un mundo solo tuyo y luego emergieras resplandeciente de estrellas de mar en la frente y chorreando corales por el cuerpo.

Y esa forma de quedarte ensimismada, sentada en un banco de la calle, pensando tal vez en ese gallo de pelea que te picoteaba todo el cuerpo hasta hacerte sangrar de puro gozo; o en ese pollito que criaste con cuidado en noches desveladas dándole los mejores granos que encontrabas, ese gallito altanero que ahora alborota en otro gallinero. Aunque me parece que estuvieras lejos, mucho mas lejos de eso, como si la vida, no la tuya, “La Vida” pasara ante tus ojos para que tú la apresaras en tus historias o tuvieras acceso al amor mas allá de los besos.

Gallina solitaria que pasea ajena a los dimes y diretes con los que otras pasan horas. A veces de tus ojos cae la tristeza como perlas, sacadas de las profundidades marinas, envueltas de dolores secretos. Otras tu mirada se expande como un océano para los navegantes y me haces sentir vigoroso para remar hasta orillarme en tu seno, o mecerme, como niño en su cuna, en tu jadeo.

No buscas nada porque todo lo tienes en el instante efímero, tampoco temes perder todo porque no hay nada que no sea aquí y ahora en el brillo de mis ojos

3 comentarios:

mentecato dijo...

Texto bellísimo. Algún día todos llegaremos a la comarca del último oro. Pero si nuestra ánima aún está lozana y con los locos deseos de volar, pues no hay más esplendorosa juventud. Diría, con ajuste poético, una luminosa viejentud.

Un abrazo para una bella Fortunata en la lejanía.

mentecato dijo...

Te ruego no borrar tus primeros blogs. Quiero leerlos. Fascinarme con ellos. Son de espléndida luz. Es como abrir una puerta hacia todas las estrellas.

Un abrazo.

grandchester dijo...

Lloro...