miércoles, enero 02, 2008

EL EQUILIBRISTA
Para las fiestas de invierno de aquel pueblo habían preparado una atracción insólita, un equilibrista caminaría sobre un alambre de un árbol a otro árbol pasando por el centro de la plaza. Hasta aquí nada parecía novedoso, lo sorprendente estaba en que lo haría con dos cestas colgando de cada extremo de la barra, dentro de cada cesta iria una mujer bailando. Abajo se había preparado una maya protectora, pero como andaban escasos de recursos solo se salvaría el primero que cayera.
Ayudaron al hombre a subir a la rama y le pusieron la barra entre las manos al unísono colgarón las cestas con las bailarinas. La de la izquierda era chascona y pelirroja llevaba puesto un cuerpo de encaje azul profundo, collares de flores colgaban del cuello y su cintura, bailaba apoyandose en un bambú que cambiaba de mano enroscando las piernas y cantando. En la otra una mujer de pelo largo y ojos negros llevaba una falda de velos de colores, bailaba agitando su pecho del que colgaban monedas de bronce que sonaban, ondulaban su cuerpo y de tanto en tanto se quitaba uno de los velos que ceñian sus caderas, lo agitaba suavemente en el aire para terminar lanzandolo con gran alboroto de la gente.
Mientras duro la preparación la sonaron las trompetas y los tambores, la gente aplaudia y gritaba vivas y bravos. Cuando el hombre dió el primer paso. Se hizo silencio y el público parecía congelado. Sonaba la música y las mujeres danzaban. El equilibrista caminaba con la mirada al frente donde estaba la meta.
Uno, dos tres...
Cuando cambio la mujer la caña de mano y envolvió con su pierna la madera, él posó sus ojos sobre ella y todo se inclinó para su lado. Un suspiro del público hizo reaccionar al hombre que devolvió la mirada hacia delante.
Seis, siete, ocho....
Hasta que agitó el velo la contraria y sus ojos se desviaron hacía ella haciendo ahora que la balanza se inclinara a la derecha. Un suspiro mas hondo salió esta vez de la boca del público que desperto al hombre de su sueño.
Volvió a mirar al árbol y enderezar sus pasos. Aceleró el ritmo la banda, se agitaban los brazos y las piernas de ellas, el artista no podía dejar de dar bandazos, caminaba inclinandose a un lado y otro con un andar borracho. Faltaba el aire en los pulmones de la gente, los ojos clavados en el hombre que jadeaba impotente con la mirada errática, un alarido salió de su boca, soltó la barra y saltó de un brinco a la maya y salió corriendo de la plaza.
Durante unos segundos el público le siguió con cara de reproche pero era mucho mas interesante lo que estaba sucediendo en el alambre. Ambas cestas habian quedado en equilibrio, las mujeres inmoviles se miraban a los ojos, sabian que un gesto equivocado les costaria la vida. La música paró y todo estaba quieto hasta el aire.
El que sepa leer miradas se dara cuenta de que pasaron por muchas emociones antes de llegar a la del amor, un amor polifacético que abarcaba muchos aspectos de la vida. Entonces sucedió la mágia de actuar como uno solo. Comenzaron a mover las piernas y las manos con una precision casi imposible hasta alcanzar la barra, después cada una se dirigió al extremo opuesto, moviendo pié a pié, mano a mano hasta alcanzar su rama. Un clamor subió del suelo, la música daba los redobles, por todas partes vitores. Las tomaron en brazos y las llevaron aupas por las calles.
Ellas se buscaban con los ojos querian besarse y abrazarse. La corriente de la muchedumbre las separó irremediablemente para siempre.

2 comentarios:

Margot dijo...

Ufff has sido prolífica estos días...

Y no puedo elegir un cuento ni un poema así que me quedo con todos haciendo equilibrios mientras los leo.

Un beso, Fortu

Meigo, aprendiz de Druida dijo...

Los equilibrios de amor.
TE deseo lo mejor para el año que entra. Que seas feliz y que el alambre de la vida te lleve a la música.
Un beso.