miércoles, abril 08, 2009

EL CAMALEÓN Y LA SALAMANDRA

El Camaleón se confundía con la rama del árbol en la que se tumbaba, era difícil saber que estaba allí, si no fuera por la dirección del sonido de su voz. Aun así era tan hábil en su mimetismo que no se le veía por más que se mirara. La Salamandra a su vez había encontrado un escondite entre las hojas de un arbusto, ella era también hábil en el arte de la mimética pero por coquetería le gustaba dejar alguna parte de su cuerpo expuesta a las miradas de otros animales. Ambos pasaban las noches alargando la lengua y cazando pequeños insectos que revoloteaban en el aire. Las noches eran cálidas y húmedas lo que propiciaba abundante comida sin grandes esfuerzos. Cuando tenían la panza llena solían ponerse a charlar cada uno en su escondite. Las conversaciones solían ser intrascendentes comentando pequeños incidentes graciosos o dramáticos que habían podido observar desde sus puestos. Todas las noches se repetía la misma escena. Como ninguno de los dos hablaban de si mismos no sabían nada el uno del otro pero la verdad es que se habían tomado afición. Y si uno de ellos llegaba tarde a la cena, el otro empezaba a sentir una melancolía inexplicable, miraba a todas partes, analizaba el más leve ruido para reconocer la respiración del otro entre el follaje y no disfrutaba del banquete hasta que el otro aparecía.
Así fueron pasando los meses de verano y se adentro el otoño. La Salamandra estaba inquieta, no podía parar, iba de aquí para allá entre las ramas del arbusto, había llegado el tiempo de marcharse, de buscar un refugio seguro donde ocultarse a pasar el invierno, pero se había acostumbrado a la felicidad de las noches de verano. El Camaleón la sentía moverse y temía que tambien la oyeran los depredadores. El tenia hartos escondites en su árbol y comida asegurada con todos los pequeños insectos que venían a refugiarse en las grietas de la corteza huyendo del frío de la tierra.
Cayó la primera nevada pero creo que para entonces La Salamandra ya no estaba. Según he escuchado fue un terrible invierno para todos.

Imagen "Camaleón" A. García Revuelta

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿No dio la amistad para convidarla a su guarida a pasar el invierno?
D.