jueves, abril 09, 2009


LA FIESTA
La Garza Real invitó a su onomástica a todas las aves del lago. Cumplía nada menos que noventa años. Allí acudieron; La Garceta común, un ave sociable y alegre, que apareció acompañada de su esposo su hijo y sus amigas. Llegaron los primeros y mientras venían los otros invitados se dieron un baño, chapotearon y rieron a su antojo como si se sintieran en su propia casa. La Agachadiza que venia sola también se metió en el agua. Las Grullas vinieron en familia, madre ,hijas y nietos que revoloteaban alegres y despreocupados. El Anade Real llego sentado en su trono acompañado por las gaviotas. Su carácter afectuoso atraía a su alrededor a las otras aves que reían con ganas sus comentarios ingeniosos. La Malvasía vino sola, saludo cortésmente y se sentó cerca de La Garza Real pero en silencio, sus familiares se habían retrasado y ella los echaba en falta. La Pardela llegó haciendo ruido como era su costumbre la seguían un cortejo alborotador. El mirlo acuático acudió con su esposa, estaban viejos y pesados así que no paraban de resoplar mientras hablaban los unos con los otros. La Golondrina Dáurica llegó tarde, era un animal trabajador y ahorrador que no podía perder ni un día de sus ganancias, y como de tal palo tal astilla, sus hijos también llegaron tarde.

Pronto en el lago había un coro tal de graznidos, chillidos,gruñidos, cantos y reclamos que era difícil entenderse. Todos hablaban al mismo tiempo, bebían y comían y se desplazaban de un lado a otro sin mucho sentido. Todos ponían cara de felices. A la hora convenida salió la tarta y se soplaron las velas pero fue todo tan deprisa que parecía que el objetivo era terminar cuanto antes con el compromiso. Y efectivamente en cuanto terminaron el pastel empezaron a buscar razones para irse; se hacia tarde para los pequeños, el partido del barca iba a dar comienzo, la Malvasía arguyó que había quedado con unos amigos, dijeron que La Garza Real debía estar cansada ... En menos de cinco minutos solo quedaban los que habían llegado tarde que no les había dado tiempo ni de quitarse las plumas del sombrero cuando ya se volvieron.
La Agachadiza se quedó todavía un rato contemplando las aguas ahora silenciosas de la charca sentía las tripas llenas y el corazón vacío, con razón nunca le gustaban estas fiestas.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Así son las fiestas. Dejan un sabor melancólico, especialmente si se realizan los domingos, a la hora del almuerzo.
Feliz pascua de resurrección.
D.