miércoles, abril 15, 2009

Tarde de lluvia.

Caía la tarde de un día lluvioso y gris. Un día extraño de vacíos y ausencias, y sin embargo la tristeza no tenia cabida en ese día, tampoco la alegría.
La placidez se había instalado encima de la mesa. La gata ronroneaba acurrucada en un rincón del escritorio mirandola de reojo, La perrita apoyaba sobre sus pies la cabeza y la voz de la Bartoli llenaba todo el espacio.
Los dedos corrían por el papel atendiendo tan solo a las imágenes que se sucedían como fotografías de un álbum de viajes olvidado; desiertos de arena fina a los que el sol teñía de rojo en el ocaso, árboles agitados por el viento con un murmullo de hojas y de flores, la cadencia del agua al chocar en la orilla del lago.
Ausencia de deseos, abandono total a los colores y las formas, más allá del resultado, del objetivo final, de la trascendencia social, libre por unos instantes....
Tan solo entregada al acto de pintar.

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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bello momento, el del alma en paz.
D.

Esther Hhhh dijo...

¿y que otra cosa mejor se puede hacer en un día lluvioso, que recrear escenas más coloridas y soleadas, ya sea con la pluma o el pincel?

Me encantó este relato corto

Besitos

ybris dijo...

Se palpa esa libertad del acto de pintar.
Ausencia de todo sobre la música de fondo.

Besos.

இலை Bohemia இலை dijo...

Que hermoso...

gracias por fundirme con tus letras...

mentecato dijo...

Una tarde plácida para entregarla al alma.

Un abrazo.