viernes, mayo 15, 2009


!De nada!
La gata se subió al alfeizar de la ventana. Todo estaba en silencio, eran pasadas las once de la mañana pero la gente había huido de la ciudad aprovechando los tres días festivos o dormía en un vano intento de librarse del cansancio del agotador invierno que no terminaba de irse. Hoy era un día bello, la lluvia había limpiado el cielo de la neblina amarilla de la contaminación y un azul intenso le teñía, soplaba una brisa fresca y el sol iluminaba los tejados.
Contempló el nido de golondrinas a las que, inútilmente, intentaba cazar en su vuelo desde detrás del cristal, ellas también dormían, o habían volado al parque, como los humanos, buscando el sosiego de la tierra. Tanta inactividad a su alrededor la aburría. Tiró un lápiz del escritorio al suelo y estuvo llevándolo de un lado a otro con sus patas, poco duró el entretenimiento, la hastiaba tanto silencio. Se acurrucó encima de una silla a tomar el sol. Los pensamientos comenzaron a pasar por su mente como un desfile de hormigas, sombríos y negros. Su vida transcurría, día tras día, tomando el sol, agitando algún objeto, durmiendo plácidamente, comiendo y bebiendo cuanto quería, recibiendo caricias sólo cuando ella las demandaba y haciendo como que cazaba. No tenía de que quejarse, su amo la trataba bien y no la faltaba de nada.
¿De nada? Se preguntaba
¿De nada?
Y la nada se presentaba ante sus ojos como un estanque lleno de pescados multicolores nadando en aguas transparentes que ella podía pescar con solo introducir su garra.
¿De nada?
Y la nada se convertía en una pradera llena de flores brillantes por la que corría persiguiendo pequeños ratoncitos como bolas de lana
¿De nada?
Y la nada se llenaba de noches de luna llena en la que los machos la cortejaban hasta que el más fuerte de todos la engendraba de pequeños felinos que pateaban su tripa para sacar dulces gotas de leche mientras ella ronroneaba.
!De nada!
Fue a despertar a su amo para que le sirviera comida en su plato, dejara correr el agua fresca del grifo de la bañera y le acariciara el lomo mientras metía impunemente su pata en el tazón de su café con leche.

Imagen "Gata" Mónica Ozámiz Fortis

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo cómodo encierro tiene su precio.
D.