El Arcón Mágico

Animaladas II

Felices fiestas

Los grillos y las cigarras andaban de fiestas en honor del santo. Una semana entera de diversión sin freno. Se pusieron el pañuelo de lunares rojos o verdes según la cofradía y salieron desde el alba hasta el amanecer del día siguiente, cantando y alborotando las calles con sus guitarras y panderetas.

El primer día sacaron al santo engalanado y lo pasearon por todas las calles seguidos de banderolas y estandartes. El grillo mayor leyó el pregón y la cigarra reina de las fiestas canto al santo unas ofrendas bien sentidas. A partir de ese momento pasearon de mano en mano las botas de vino, los bocadillos de chistorra, el queso curado, y los huevos revueltos con setas. Los jóvenes corrieron los encierros de los escarabajos peloteros, a algunos les pusieron antorchas en las tenazas, a otros banderillas de fuego. Por la tarde comenzaron las lidias, después bailarían jotas al son de las guitarras.

Esto no habría sido diferente de otros años si no fuera por el tercer escarabajo de la tarde, de nombre “Agorero” que pareció no resignarse con su suerte y salto enfurecido a las gradas donde estaban las familias animando a que le cortaran una pata, le atravesaran las alas con la espada.

“Agorero” saltó a las gradas como una furia, con su peso descomunal y comenzó a dar topetazos con las tenazas y siguió subiendo embistiendo sin mirar si eran grandes o chicos. El pánico cundió de tal forma que las pisadas de los grillos y de las cigarras en su carrera terminaron haciendo mas daño que el pobre “Agorero“ con todas sus embestidas.

El balance fue este: tres muertos por aplastamiento, entre ellos un grillo de tres años, un muerto por heridas de tenaza, diez heridos graves, mas de cincuenta de diversa índole.

A “Agorero” lo mataron a estacazos. La fiesta paró en luto, el resto de la semana lo pasaron celebrando funerales y rezando letanías. Al santo, castigado, le devolvieron en silencio a su rincón de la iglesia.

Imagen: Miro