jueves, septiembre 16, 2010


VIDA DE TORTUGA


La Tortuga se sintió vieja y cansada, muy vieja y muy cansada. Todavía le quedaba poco menos que la mitad de su vida por vivir, pero tenía pocas fuerzas. Se quedó agazapada debajo de unas hojas.

Llovía. La lluvia no hacia mas que añadir pesadez al ambiente. Hacia un calor denso. Era una tarde más de bochorno.
Un sapo de papada caída croó a su lado.
- Ven conmigo, Tortuga, siente el frescor de las gotas en tu caparazón.
A la rana, su esposa, le falto tiempo para correr a su lado y tirarle de la pata.
- !Vamos! !vamos! que tenemos prisa, no te entretengas a hablar con desconocidas.
La Tortuga, les vio alejarse. Sintió cierta liberación en que se fueran.
Siguió pensando en su deterioro; su caparazón estaba mellado por varios sitios, la uña de su pata derecha delantera estaba rota y se le hacia pesado caminar, sentía que algo parecido a una nube tapaba uno de sus ojos, Pero todo eso era nada comparado con su desfallecimiento moral. "La vida de la tortuga es larga, demasiado larga... y yo ya me siento vieja"
Sopló una ráfaga de viento que hizo volar las hojas que la cubrían, una lluvia inclemente picoteo sobre su concha. Volvió a la marcha se arrastraba sobre el fango creado por los gruesos goterones que golpeaban en la tierra, tan gruesos y tan intensos que pronto formaron un río de lodo que arrastró a la tortuga monte abajo.
Se dejó llevar, es mejor navegar a favor de la corriente. Escondió, las patas y la cabeza dentro del caparazón, y sello con su saliva los huecos. Dentro del caparazón había una capa de aire que la mantendría viva hasta que escampara la lluvia.
Reflexionó: la fuerza de la vida era mucho mas fuerte que el cansancio y la desazón. Su vida sería larga, ella se aferraría para que nadie ni nada se la arrebatara.
Un sopor dulce la invadió mientras navegaba. Al despertar una luna creciente le dio los buenos días.
"¿Dónde estoy? No reconozco nada de lo que me rodea."
Durante el sueño había viajado con el barro hasta un río de aguas mas caudalosas que corrían monte abajo hasta desembocar en unas marismas habitadas por aves zancudas, migratorias. Arboles de ramas colgantes poblaban el delta del río. Unos buscadores de cangrejos se doblaban en dos sobre las aguas braceando y removiendo la arena con sus manos.
Entonces vino el miedo, el miedo de ser capturada, de ser abierta en dos, de ser comida por los hombres.
Corrió como pudo a guarecerse entre la raíz de uno de los árboles. “la vida es larga y llena de aventuras, vale bien vivirla mientras pueda”. Empezó a mirar y anotar mentalmente cuanto la rodeaba, su cerebro trabajaba deprisa, muy deprisa. no le quedaba tiempo para pensar en las melladuras de su concha, ni en las patas, ni... mas importante era saber cual debería ser su próxima movida.

2 comentarios:

Anita Dinamita dijo...

La tortuga que a cada paso se plantea la vida. Una tortuga que filosofa en su caminar.
Me ha gustado mucho
Un abrazo

Anónimo dijo...

Es verdad, la vida es aburrida hasta que surge el riesgo de perderla. Allí se pasan todos los males de un tirón.
Un abrazo
D.