martes, septiembre 21, 2010


LA VENDIMIA

4.- Adelaida

Aun no había despuntado el alba, cuando ya los personajes se agitaban en la cabeza, en el corazón, o en su estomago. luchaban por abrirse paso hacia el exterior. le producían nauseas, le atacaban las paredes del estomago, apartaban los sueños de sus ojos. Luchaban por salir !Querían ver la luz!
Adelaida se resistía, apenas cinco horas de sueño. Se había acostado cansada, le dolía la espalda, quería mas tiempo de cama, de soñar con ángeles. Ellos los personajes eran más fuertes, empujaban en la vejiga hinchada para que fuera hasta el baño y una vez de pie empezar con todas sus historias.
Encendió la luz, le dolían los ojos aun embotados por el sueño, el estomago estaba revuelto, se sentía como una mujer en cinta, dispuesta a arrojar los manjares de la cena.
Enchufó su booknet, abrió su boca, le pidió un documento nuevo y puso los dedos sobre las teclas. Las imágenes empezaron a desfilar por los ojos doloridos. No tenía que pensar, no eran sus historias, ella transcribía lo que veía, lo que sus personajes querían contarle. Eso, a veces le decían, no lo escribas.
“La Polaca” por ejemplo le dijo: No hace falta que digas lo de mi marido, te lo cuento a ti, al lector no creo que le importe, Mi marido se vino conmigo de Polonia, y al principio vivíamos los dos juntos en un cuarto, aceptábamos trabajo donde hubiera, él se fue a Barcelona. Un día la llamó y dijo tengo otra, te quiero, pero tengo otra, no dejaré de mandar dinero a los muchachos. Y así hacía. Ella - siguió contando - sólo luchaba por sus hijos, pero sentía que poco a poco con la distancia y el tiempo también les estaba perdiendo.
Si quiere que le diga la verdad Adelaida. - dijo La Madre - lo mas importante en esta vida es la familia, mantenerla unida, que cada cual forme parte de un todo unido a la tierra, como un árbol. Mi marido es el tronco, y yo soy las raíces de mis hijos, es mi deber que las ramas florezcan, no puedo dejar que una cualquiera las rompa y se las lleve.
Josue en la soledad de su habitación le contaba; Hice el ridículo, me corrí antes de tiempo, ni siquiera acaricié su vulva, ni besé sus pechos eso es lo que me da rabia y al mismo tiempo me llena de deseo.
Mientras hablaba acariciaba su miembro una y otra vez sintiendo el calor de su leche por el pecho.
Lo de la taberna lo hago para demostrar que también soy hombre como los otros pero lo cierto es que el vino me revuelve las tripas y mas ese barato que pone el Huito en su taberna, es mejor el de las barricas de mi padre, pero ese ni tocarlo. Además como dice mi madre !Esas polacas son todas unas guarras!
Y cerró la puerta en las narices de Adelaida.

Hasta aquí había llegado lo que querían contarle, su trabajo ahora consistía en corregir las frases en cuidar el estilo, en trasmitir con precisión lo que le habían contado.
¿No quieres ser escritora? decían los personajes, pues escribe, escribe, no vale quedarse durmiendo en la cama, ni soñar los angelitos. Ahora eres nuestra esclava.
Tenían razón si quería llegar a hacer algo con las palabras,algo que valiera la pena tenia que empezar por saber escuchar a los personajes, fijarse en donde estaban, que comían, como vestían, que sentían que hacían cuando estaban en silencio. No necesitaba documentarse, no todavía, necesitaba cerrar los ojos y ver, ver con precisión, mirar con atención, observar y luego escribir y describir lo que veía, ser fiel a las historias. Pulir el lenguaje.

Habia algo extraño en todo lo que le sucedía. ¿Por que escribía sobre la vendimia? Es cierto que en estos momentos en los pueblos estaban con la vendimia, pero ella ni por un instante había pensado en ello. Y sin embargo cuando puso la mano en el teclado empezó la historia sobre la vendimia.

El cielo se había cubierto de nubes, y el aire estaba cargado de humedad. la mañana avanzaba. Y ella se se sentía satisfecha de poder escribir, mejor dicho “Transcribir”


Imagen: Alma Tedema

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien, has introducido al narrador entre los personajes. Veamos qué sigue y cuánto dura esta historia.
Un abrazo
D.

mentecato dijo...

Siempre estamos atentos a tus buenas letras.