miércoles, diciembre 08, 2010


EL BESUGUERO

Me llamo Jonás y por una rara casualidad del destino yo también fui tragado por una ballena. Mi ballena, no era ese gran cetáceo que todos conocemos, era una capsula transparente atravesada por tubos y conectada a la red en la que tuve que pasar largas temporadas. Yo no era el único pez en aquella pecera, había otros niños tragados por ballenas, los veía bracear de forma difusa y les oía como un gorgoteo cuando lloraban. También estaban unos seres que circulaban entre nosotros ajustando los tubos y cambiando el liquido con que nos alimentaban. Vistos desde dentro resultaban grotescos, se acercaban hasta mi cristal y hacían muecas que se distorsionaban con las distintas curvaturas. Unos eran agradables de ver, pero la mayoría eran terroríficos y me impelían a llorar con fuerza.

Los inviernos agudizaban mi enfermedad, y me devolvían al vientre cristalino donde era mas seguro estar que en el mar bravo. En verano, sin embargo, podía pasar largas temporadas en casa . Mi casa estaba en lo alto de una colina, abajo rompía el mar con furia. Me solían sentar a tomar el sol mirando como las olas rompían contra las rocas, Yo las miraba intentando saber cual de ellas se elevaría por encima y me salpicaría tenuemente las mejillas. El mar al retirarse hacia un sonido profundo como una gran boca dispuesta a aspirar cuanto hubiera en la roca. Me gustaba verlas venir por que tenia la esperanza de su caricia, cuando se iban sentía un terror que me hacia tiritar.

Una mañana de agosto vi una barquita que cabalgaba encima de las olas. La miré fijamente y luego a mi madre, Yo no hablaba.,pero ella entendía algunas de mis expresiones. Es el besuguero viene de África, no entendí mas que lo que mi corta experiencia me explicaba, así que deduje que se debía llamar besuguero, lo de África debía de ser por su piel oscura, que destacaba con el azul y el blanco de la espuma.
Ahora que el venia los días pasaban mas rápidos. Le veía maniobrar encima de su barca, preparar las cañas con el cebo y lanzarlas, ambos esperábamos con ganas que picara alguno. Si eran pequeños los tiraba al mar, sólo se quedaba con los grandes.

Las primeras lluvias del otoño me hicieron empeorar y de nuevo fui a dormir al el vientre de la ballena. Los días allí se hacían largos, mi madre venia por la tarde y se sentaba a mi lado. Intentaba entretenerme con cuentos que al enseñarme las imágenes se convertían en monstruos que me hacían llorar. Mi madre cantaba para calmarme."Había un barco chiquitito....." Luego se iba.
Cuando me quedaba solo soñaba con el besuguero, pensaba que venia a pescarme y me salvaba. Yo reposaba en el fondo del mar a mi alrededor paseaban peces de colores y arriba sobre el techo notaba pasar la barca, él lanzaba la caña y el anzuelo se colaba justo por el hueco de las sondas y se clavaba en mi boca.
Aprieta fuerte pececito, que he venido a salvarte. Yo apretaba fuerte pero el anzuelo se escapaba de mi boca y el se alejaba dejándome en la oscuridad de la noche, con el llanto de otros niños que como yo no se acostumbraban a la frialdad del cristal.
Después de la primera crisis vinieron varias, cada vez mas largas según avanzaba el invierno. Ahora mi madre venia acompañada de mi padre, y también venían los abuelos.
Un día apareció el besuguero, no venia a verme a mi si no a su novia la enfermera. Pero de todos modos, se acercó hasta mi ballena y me sonrió con unos dientes blancos y sacó una lengua roja.
-!Vamos Jonás no sabes que ya es hora de que te escupa la ballena!

Y debía tener razón por que esa semana me sacaron de allí y me metieron en otra capsula almohadillada, mas caliente y de madera.


2 comentarios:

isabel gutiérrez dijo...

Hola Fortu, me ha gustado mucho este relato,como el de las moscas y tantos otros. Tiene muchos ecos de todos nosotros cuando hemos estado largo tiempo en un hospital.

La expo bien, quedó bonita. Ya te contaremos,¿Cuándo vuelves?

Un besote.

Anónimo dijo...

Una historia poética, emotiva, que sólo tú podrías contar así.
Un abrazo
D.