domingo, agosto 31, 2008



LA SOMBRA DE LO QUE ERA


Estaba pasando unos días en Barcelona. Todos los años suelo ir un par de veces a visitar a mi hermano que se instaló allí hace mas de treinta años. Su casa está situada en el barrio de Gracia que es como un pueblo dentro de la ciudad con sus calles estrechas, su plaza del ayuntamiento con un reloj que da las horas , una iglesia en la que suenan las campanas , el parque Guell diseñado por Gaudi ... sobre todo sus personajes variopintos.
Cuando voy allí, si el tiempo me lo permite, me gusta sentarme en alguna de las terrazas y hacer apuntes rápidos en mi cuaderno de bocetos. Es frecuente que algunos se sienten a posar para saber que ve en ellos un artista, algunos se ofenden del resultado y se enfadan pidiéndome airados que lo rompa, otros sonríen y preguntan para que quiero tanto retrato, yo digo que algún día haré una exposición en el barrio y allí estarán ellos. Los menos se quedan un rato esperando en silencio a que se le dé, pero yo nunca doy mi trabajo. Siempre pido permiso para dibujarlos o si quieren posar para mi, en general lo hacen con agrado. Mientras dibujo desatan su lengua y me van contando sus vidas, sus preocupaciones, si se quedan callados suelo hacerles preguntas para que sigan hablando. No es que me interese demasiado meterme en sus vidas pero, cuando hablan sus caras muestran diversas emociones que seria difícil conseguir de otra forma. Cada vez soy mas conocida en el barrio y es frecuente que me saluden afectuosamente, se sienten a posar mientras me cuentan las novedades de los últimos seis meses. Algunos traen a sus hijos, a su madre que ha venido del pueblo, algún amigo...
Mi trabajo ha ido cambiando con los años de un realismo académico con lápiz de sanguina a trabajos mas libres con acuarela o pastel. Hay gente que dice ¿Qué le ha pasado? !Con lo bien que dibujaba! Los mas entendidos aprueban mi trabajo exclamando !Qué interesante! Debo decir que estos comentarios si al principio me afectaban y cohibían mi espontaneidad a la hora de trabajar hoy ya soy indiferente a ellos.
Suelo elegir el otoño y la primavera para hacer mis visitas, la ciudad en esos días esta verdaderamente preciosa, y las noches son todavía templadas.

Fue justo una noche a finales de octubre cuando una mujer con un abrigo largo gris demasiado grueso para el calor que todavía hacia se sentó en mi mesa.
- Dígame, joven, ¿Me puede dibujar?
La miré, era una mujer joven sin duda mas joven que yo pero ya había pasado los treinta, y aunque sus rasgos eran los propios de esa edad había algo viejo en ella.
- Siéntese, por favor. ¿Quiere beber algo? Yo invito.
Pidió un zumo de naranja natural
Mientras traían la bebida estuve observándola largo rato.
Ambas permanecíamos en silencio, ella se había sentado muy recta en la silla, casi envarada, miraba a algún punto lejano , su pelo largo y liso caía por su espalda, de forma desordenada, era oscuro. Brillantes mechones más cortos caían sobre su frente y enmarcaban el óvulo de su cara. sus rasgos eran finos, pero no era delgada, su nariz era larga y estrecha, sus ojos almendrados resultaban un poco pequeños y demasiado separados, su frente era ancha con dos arrugas horizontales que la dividían en tres partes casi iguales, el labio superior era fino y en contraposición al grosor del inferior que era carnoso y sensual, era el único detalle deseable de su faz . Toda ella parecía recubierta de ceniza, como una prolongación del abrigo que llevaba. Sus manos estaban cubiertas por unos guantes de lana que yo no le pedí que se quitara. Tampoco se podían ver sus piernas embutidos en unas botas de ante gris marengo que seguramente le llegaban hasta la rodilla.
Puse sobre la tabla un papel de acuarela y la pastilla de tinta china negra. Estaba claro que este trabajo tenia que se una aguada en grises, y pequeños detalles en blanco y negro. Seguí observándola. En este tipo de trabajos es importante saber donde se encuentran los puntos de máxima oscuridad y máxima luz, si ésto falla, el dibujo ya no es recuperable. Temía inhibirla con mi mirada, pero ella permanecía ajena a mi, olvidada de si misma. Esta actitud me resultaba cada vez mas interesante, al mismo tiempo empecé a darme cuenta que retratarla era mucho mas difícil de lo que yo pensaba...Tire el agua del bote, puse agua limpia, aclaré el pincel, volví a tirar el agua, de nuevo lo rellene.... Hacia los movimientos muy despacio alargando el ritual con la sola escusa se observarla, de encontrar el secreto que revelaba su rostro y que debía ser descubierto en el dibujo. No era fácil. Al principio pensé en su labio inferior. Estaba equivocada, aunque fueran lo único vital de ella, no era relevante, mas bien era un estorbo. Los otros rasgos de los que he hablado, los ojos, la nariz, los mechones de su frente, o los surcos que dividían la frente tampoco eran importantes. En este punto estaba verdaderamente perdida y hechizada por ella, la devoraba, la trituraba, la despedazaba y la volvía a construir. Rechazaba partes, aislaba rasgos, hacia un todo mas compacto, mas denso, una totalidad.... Ni por esas, ni por aquellas. Nada.
- Perdone - Dije y me levanté
- No puede dibujarme ¿verdad?
- No es eso. Necesito mirarla desde todos los ángulos, contemplarla con distintas distancias. Temo aburrirla, o hacerla sentirse molesta.
- No se preocupe, joven, haga cuanto sea necesario. Es tan importante para mi que me retrate.
Ese joven me ponía en una situación andrógina y distante, Yo era el artista y ella la modelo. también me ponía en situación de inferioridad yo era la inexperta y ella la mujer de mundo. Y en eso acertaba yo no sabia nada de ella y ella sin duda tenia algo secreto muy importante que yo no descubría, por mas que hubiera nacido antes que ella.
Giraba y giraba como los caballitos de la feria, ella era mi eje. Me subí a distintas silla, me tire al suelo. Luego me senté en mi sitio y encendí un cigarro
- ¿Se rinde?
- No, señorita, déjeme mi tiempo, !Por favor! quiero hacer algo de lo que se sienta orgullosa. La tinta china requiere tener las cosas claras, después el trabajo va rápido.
- No se preocupe, joven, tome todo el tiempo que quiera.
..... Por fin, ya sabia el punto exacto desde donde quería dibujarla. Ella quedaba un poco a la izquierda del papel casi de frente a mi, mirando a una silla vacía que había a mi derecha, la silla era de metal forjado con un asiento de rejilla también de forja, similar a la que en ella estaba sentada, pero vacía. Un vacío lleno de una presencia que no estaba. Eran sus ojos los que hacían que yo la viera. ella era el molde de lo que estaba sentado en la silla. Era justo la presencia que no estaba, lo que tenia que retratar. La ansiedad se convirtió en angustia, sentí miedo de lo que estaba percibiendo. Ya no podía parar necesitaba seguir sabiendo.
Su cuerpo se giraba ligeramente hacia la silla y miraba la presencia. Pero todo su gesto era hierático, parecía una escultura egipcia de basalto. Sus piernas juntas se apoyaban sobre el suelo, las manos con sus guantes reposaban sobre las rodillas, el cuerpo tieso salvo la pequeña torsión, los hombros rectos y el cabello cayendo por la espalda hasta alcanzar las caderas. Una luz de una farola iluminaba a la ausente dejando a la mujer a oscuras, no proyectaba sombra, la falta de sombra realzaba mas el vacío de la presencia que estaba en la silla. Si allí estaba el cuadro el retrato de la no ella.
Mojé el pincel y humedecí suavemente la superficie del papel para que corriera el color a las ordenes de mis gestos. Seguidamente comencé a acariciar la pastilla de tinta china, suavemente sintiendo el roce de los pelos sobre ella y como el agua disolvía la tinta, mi maestro japones me había explicado lo importante que era saber la cantidad exacta de agua en proporción a la tinta antes de elevar el pincel y comenzar a dejar que la mano siguiera lo que el ojo veía. Llevaba varios años entrenándome en esto, pero hasta esta noche no había percibido hasta que punto era exacto que, poner la atención el el roce del pincel con la pastilla, me daría la información exacta del grado de gris con el que iba a manchar el papel.
Estaba emocionada, hay momentos en la vida de un artista que son únicos, éste era uno, fue un momento de una lucidez extraordinaria. Sabia exactamente los grados de luz y oscuridad de todos lo que iba a plasmar en el papel y como a través de la forma tenia que dejar ver la no forma, lo que no estaba. El que mirara el dibujo no podría escaparse de esa presencia ausente.
Como había prometido, una vez viera, el proceso de pintar seria rápido. Mientras el dibujo secaba comencé a limpiar los utensilio y recoger mis pertenencias. Esa noche aunque todavía era temprano, en relación a las horas que solía irme, me iba a marchar ya. Un cansancio me invadía por momentos, como si la revelación me hubiera dejado sin energías. Era un cansancio apacible que invitaba al recogimiento , a dar gracias por lo vivido.
En mi fiebre artística había olvidado por completo a la mujer. Me sobresalté sobremanera cuando la escuche hablar.
- Muy buen trabajo, joven, ahora querría exigirle un favor. No se lo enseñe a nadie. Es mi secreto, Usted ahora los tiene, no puedo menos que agradecerle que lo haya hecho.
- Señorita, no la entiendo muy bien.
- Sí, joven, usted me ha retratado en esa silla vacía, esa soy yo. Ésta que ve es la sombra de lo que era.
Mi cara de perplejidad era tan evidente que siguió.
- Créame, joven, el día que “EL” emprendió el viaje, ese viaje del que nunca se retorna, me quedé vacía. No quedó nada dentro. A las indias las incineran, pero nosotras las europeas vamos con el cuerpo hueco a todas partes. Mi sombra para que no se notara se me metió dentro. Yo soy la sombra de lo que era.
La miré como si fuera la primera vez que estuviera ante mis ojos, gris anodina, una prolongación de su abrigo. Su cuerpo no proyectaba sobra. Sólo su labio inferior brillaba pidiendo que le besaran, que alguien expulsara la sombra y de nuevo la llenara...
- Descuide, señorita, no se lo mostraré a nadie.
Sus mejillas se sonrojaron un poco cuando me dijo
- Gracias, joven, ha sido usted tan amable.
Pronto se perdió entre la gente.
Subí a la casa de mi hermano. Me alegré de que ya estuvieran acostados, no tenia ganas de hablar con nadie. Ya en mi habitación miré el retrato. Tenia ante mis ojos una autentica obra de arte y no se la enseñaría a nadie.....



Imagen: "El pintor y la modelo" Picasso

4 comentarios:

ybris dijo...

Es evidente que eres toda una artistaza.
Nadie puede escribir así sin sentir dentro todo el arte en que se vuelca.
Y, además, sabes usarlo para encontrar el espíritu de las personas a quienes retratas.

Besos.

Esther Hhhh dijo...

Me ha encantado esta historia, Fortu... Impresionante. Y a veces ocurre que no se puede mostrar el mejor trabajo.

Genial. Un beso

S. M. L. dijo...

Me gustó mucho el personaje y la pintora. Hermoso y enigmático cuento. Quisiera ser retratado por esa artista, tal vez aparecerían rasgos míos que desconocía.

Margot dijo...

De tinta china tu cuento, Fortu... sin una sombra!

Besote.