sábado, septiembre 20, 2008

EL BÚHO 9
Madrid 11 de Mayo 2004

Querida Justine:

El sábado me escapé de casa con la excusa de ir a estudiar a una biblioteca de esas que permanecen abiertas toda la noche, dije que allí me reuniría con otros compañeros para ayudarnos a resolver los problemas unos a otros. A mis padres no les gusta mucho la idea que no duerma en casa pero accedieron.

Salí sin arreglar, en la mochila en lugar de libros llevaba la ropa que me pondría después en el aseo de un pub. Me había comprado un vestido de terciopelo negro con arabescos de oro, el talle se ceñía con unas cintas de raso, el escote era generoso tanto en el pecho como en la espalda, debajo llevaba una camisa de gasa de mangas amplias que se ajustaban en el antebrazo con cintas de seda. Debajo solo llevaba unas medias de encaje sujetas por un liguero de raso. Ir así vestida me producía turbación. Sentía que transgredía los limites físicos y mentales a los que hasta ahora me había sometido. Me cubrí con una capa negra forrada de raso cárdeno. Para resaltar mas mi palidez, que tanto le gustaba, Unté mi piel con un maquillaje de arroz que compre en una tienda japonesa y me pinte los ojos y los labios en morados, a mis pómulos cada vez mas marcados les puse un ligero tinte violeta.

Cuando me vio abrió los brazos para recibirme, iba todo de negro cubierto por un quimono negro de seda, me pareció un refugio inigualable me apretó entre sus brazos y sentí que mis piernas se doblaban, me quedé sin fuerzas, mi voluntad estaba a su servicio. Caminamos por la oscuridad de los parques hasta llegar a un pequeño cementerio. Me sentía ingrávida y me dejaba llevar, el lugar era desconocido, bellas esculturas adornaban las tumbas, la luz mortecina de la luna le daba la sensación de estar viendo un sueño.
En un recodo del camino apartada un poco de las otras había una losa debajo de un ciprés, era de mármol blanco un ángel de aspecto demacrado y mirada torva la vigilaba. Nos sentamos allí, Y allí me poseyó, me entregue con una pasión desconocida, cuando derramó su semen sentí una quemazón que se expandía por todo el cuerpo. Ahora eres mía. – Sí, toda tuya. Abrí los ojos el ángel me miraba como si reprobara mis actos. Hemos hecho la celebración, ahora debemos consumar el rito. Entonces se puso a llamar a un gato que pasaba, su pelaje era negro brillante y sus ojos color verde, nos miraban fijamente y lentamente se fue acercando a lamerle la mano. Él lo cogió por el cogote, lo abrazo y le clavo sus dientes en el cuello y empezó a beber su sangre. Me quede sorprendida, pero no me desagrado. Cuando me le ofreció, me vi chupando ansiosamente y como la sangre caliente me transportaba a un estado de enajenación delirante. No paré hasta dejarle seco. Él me miraba ardiendo de deseo. Me deje poseer a su antojo. Me pidió que le mordiera, accedí gustosa a esta nueva forma de comunicación. Luego él hizo lo mismo conmigo. Te lo aseguro el sabor de la sangre es mas embriagador que cualquier licor que uno pueda beber, te penetra caliente y realza tus sentidos, todo se hace brutalmente intenso intenso.. Antes de amanecer nos retiramos cada uno a su casa.

Llevo dos o tres días sin verle, no porque sienta remordimientos o nada parecido, solo porque tengo mucha fiebre y necesito ordenar mis ideas de algún modo.
Sé que pensaras que he perdido la razón, y es cierto, no hay nada razonable ya, todo esta sujeto a otras leyes que estoy empezando a conocer y me seducen terriblemente, no querría volver a donde estaba por nada del mundo.

La vida en esta casa es cada día más insoportable. Los caldos de gallina de mi madre me resultan revulsivos. El medico dice; que será esta gripe tan fuerte que hay ahora, que lo mejor es que me quede en la cama todo el día. A oscuras paso el día y la noche, mi madre se sienta a mi lado y pasa ratos mirándome me pregunta que hago por las noches, que con quien salgo, si no estaré tomando drogas o me habré quedado embarazada, intenta tender un puente entre nosotras, un puente para mi intransitable. La miro y veo dolor en su rostro me arropa y quisiera que fuera nuevamente pequeña. Cierro los ojos, intento poner en orden mis ideas y los acontecimientos pero no hay orden posible. Sólo le veo a él que abre los brazos con su quimono de seda negra y me envuelve en sus brazos sólo ahí encuentro consuelo….

XXXOOO


Imagen tomada de DeviantART




1 comentario:

S. M. L. dijo...

Bram Stoker palidecería con esta escena...