martes, diciembre 07, 2010


LAS MOSCAS

Las moscas estaban por todas partes. Era una tarde pegajosa, cálida y húmeda, las cortinas de esparto mojadas una y otra vez se evaporaban hasta quedar secas como cuero.
Manuela, se subió las faldas y comenzó a abanicarse la entrepierna. Sentía una quemazón insoportable. Bebió del botijo medio desportillado y dejo que el agua chorreara por el cuello y le mojara los senos.
El reloj marcaba las ocho y media, pero el calor no aflojaba. Estaba furiosa, una rabia que le subía como un toro a la garganta. No había motivos para ello, pero lo estaba. !Es el calor que me incendia la sangre!
Tomo el matamoscas y comenzó la matanza. Las primeras fueron fáciles, las había cogido desprevenidas, pero las otras parecía poder leer sus intenciones aunque fuera un leve movimiento de la mano. Derramó un poco de azúcar en el mantel y otras pocas picaron el anzuelo, pero luego volvieron a desconfiar , al parecer tenían memoria gremial y aprendían en la cabeza de las otras. Dejó de intentarlo por un tiempo y entonces ellas se tomaron confianza, ella aprovechó y cayeron de nuevo bajo el peso de la palmeta.

Así la encontró Pedro, contando las moscas. Las había agrupado en montones de diez y llevaba mas de cincuenta.
- ¿Has visto? estos son los besos que me debes, te he librado de que esta noche te coman las moscas.
Pedro obedeció sin esperar a que le preparará la cena. Los cadáveres se mezclaron con sus pelos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Sensualidad mezclada con un poco de asco. La heroína hace el trabajo sucio.
D.